Historia de Javier Cappiello
El Ford Focus RS de primera generación es un ícono para los europeos, un compacto deportivo con el ADN del Mundial de Rallies que se ha convertido en un objeto de culto. Sin embargo, en Estados Unidos, donde los Mustang reinan supremos, un Focus no era más que un coche anodino, hasta que un apasionado decidió cambiar las reglas del juego.
Con una audacia digna de un constructor estadounidense, este aficionado transformó un Focus en un monstruo V8, una creación que desafiaba la lógica y el diseño original del modelo.
La transformación radical
La base del proyecto era un Ford Focus de primera generación, un carro que ya en su época destacaba por su diseño atrevido y su manejo ágil. Sin embargo, la chispa que lo haría famoso al cambiar su motor de 2,0 litros y 212 CV por la adición de un V8 de 5.0 litros, equipado con un compresor y árboles de levas Ford Performance, que elevaban la potencia a niveles que superan los 400 CV si partimos de que se trata del mismo propulsor que alimenta a un Mustang.
La transformación no se detuvo ahí. Para controlar la potencia desatada, el Focus recibió una transmisión manual Tremec de 5 velocidades, un diferencial de deslizamiento limitado y un eje trasero reforzado. La tracción delantera era impensable para un vehículo de tal potencia, y la solución elegida fue la tracción trasera, que le otorgaba una agilidad y control nunca vistos en el modelo.
Un Focus V8 con estilo propio
Este Focus V8 no solo se destacaba por su potencia, sino también por su estética. La pintura Ford Fury Orange le daba un toque de rebeldía, las llantas SVT de 17 pulgadas realzaban su aspecto deportivo y el sistema de escape personalizado dejaba claro que bajo el capó se escondía un motor de excepción.
El interior, a pesar de la transformación radical, se mantuvo casi de serie, conservando la esencia original del Focus. Solo unos relojes adicionales y un pomo personalizado revelaban la naturaleza única de este automóvil.
Un sueño americano hecho realidad
El resultado final es un Focus capaz de rivalizar con el mismísimo Mustang, una hazaña que solo podía ser posible en Estados Unidos, donde la pasión por la modificación de carros se expresa con total libertad. Aunque el dueño se muestra satisfecho con su creación, algunos críticos sugieren la incorporación de asientos deportivos y una jaula de seguridad para mejorar la seguridad y la experiencia de conducción.
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