Tu 2020 probablemente fue terrible, pero el año pasado fue el mejor para Salam International, con sede en Laguna Hills, al menos en términos de dinero.
Las reuniones semanales del equipo se convirtieron en diarias, debido a todo el trabajo extra. Cuando visité la sede de Salam hace algunas semanas, las cajas envueltas en plástico en tarimas estaban listas para su entrega en la costa este. Un envío anterior ya estaba de camino a Tarrant, Texas.
“La mayoría de la gente quiere cierto estilo y color, pero se llevan cualquier cosa de los estantes”, explicó el propietario Abdul Salam, mientras presentaba uno de sus artículos más populares en este momento: las bolsas para cadáveres.
En funcionamiento desde 1992, el negocio de Salam International es la muerte. Su catálogo de 337 páginas enumera todo, desde mesas de autopsia, hasta elevadores para cuerpos, refrigeradores de tres cadáveres y una estación de embalsamamiento económica que está a la venta por $3,500.
Durante los últimos 12 meses, las bolsas para cuerpos le han hecho la vida agitada a Salam. Los clientes pueden comprarlas en 16 colores, desde el negro hasta el azul celeste y el verde esmeralda. Con cremalleras en el medio, en la parte superior o en los bordes. Tamaño adulto y niño. En órdenes de uno o decenas de miles.
Se producen en Tailandia y hay 15,000 en inventario. Otros 150,000 están en proceso. Los clientes incluyen universidades, condados, estados, el ejército y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias.
Entonces, si aún no cree que el COVID-19 sea real, escúchelo de la mano del hombre cuyo producto inevitablemente lo envolverá.
“Despierte”.
Me comuniqué con Salam después de que surgiera la noticia de que el gobernador Gavin Newsom compró 5,000 bolsas para cadáveres, en anticipación de una oleada pandémica. Supuse que su administración los adquiriría de una empresa de California. En cambio, el mandatario estatal eligió a fabricantes de Illinois y Florida. (Oye, Gavin: compra algo pequeño y local la próxima vez).
Salam nunca tuvo la oportunidad de competir por una licitación, pero no fue necesario. Su empresa ya está bastante atareada y no está contento con eso.
El coronavirus ha sido “bueno para nuestro negocio, pero no para la comunidad”, comentó el abuelo de 67 años.
Salam es afable y se disculpa cada vez que usa una metáfora de la muerte, lo que hace frecuentemente. “Ganancias récord, sí, pero el costo emocional es mayor. Al final, eres humano y sientes”.
Llegó a su profesión relativamente tarde en la vida. Hijo de una familia adinerada de Karachi, Pakistán, Salam emigró a los Estados Unidos en 1972, cuando tenía 18 años y buscaba demostrar su valor. Se mudó de Chicago a Florida y después al sur de California, comenzando y deshaciendo empresas, empleos y “tratando de salir adelante con algo”.
Así es como Salam se encontró un día hablando con alguien del forense de Orange. El trabajador le dijo que las sierras para autopsias eran un “mercado muy lucrativo” con poca competencia.
Después de leer sobre el oficio y construir algunos prototipos, Salam diseñó un folleto simple, una copia del cual todavía cuelga en su oficina, con el lema: “Ahora cuchillas de autopsia que duran, que salvan”. Los envió por correo a morgues, médicos forenses y facultades de medicina de todo el país.
Sus dos primeros clientes, Los Ángeles y Nueva York, le permitieron aprovechar su falta de experiencia para lograr el éxito a nivel nacional. Rápidamente se expandió porque “hay un mercado limitado para algo tan específico. Era de vida o muerte, por así decirlo”.
Él dice que lo que distingue a Salam International de la competencia es un servicio al cliente superior, y precios que no aumentan con una calamidad, porque “no somos buscadores de ambulancias”, así como la inversión en mejores materiales. Las bolsas para cadáveres que oscilan entre $5 y $ 42.50 la pieza cuentan con un mecanismo para garantizar que las cremalleras no se abran.
“No quieres una bolsa que, cuando la levantas, se rompe o comienza a gotear”, indicó su vicepresidente, David Cameron. “Ese no es el momento de tener algo barato. No estarás en el negocio por mucho tiempo si eres así”.
“Tienes jeans Levi’s, o puedes comprar jeans falsos”, agregó Salam. “Quieres Levi’s”.
Un cliente satisfecho es Donnell McCullough, supervisor de servicios de autopsias de la Oficina del Médico Forense en Jefe de Maryland.
“Les damos las dimensiones y la calidad que queremos que se hagan, y lo hacen”, comentó. Su dependencia tiene contrato con Salam durante seis años. “Proporcionan lo que necesitamos y sus ofertas son consistentemente más bajas que otras”.
Los socorristas han utilizado el equipo de la empresa en la mayoría de los principales desastres de Estados Unidos, durante los últimos 30 años. Terremotos. Incendios. Huracán Katrina.
Cuatro días después del 11 de septiembre, envió por correo exprés las bolsas de plástico pequeñas hasta la zona, porque las de tamaño regular eran demasiado grandes para los restos esparcidos. Cuando el virus del Ébola amenazó con abrumar a Gotham en 2014, la compañía aseguró al New York Post que tenía 100,000 bolsas para cadáveres a la mano.
“Esperamos con mucho gusto que le proporcionemos lo que necesite”, expresó Cameron, quien ha trabajado en Salam International durante dos años. “La esperanza es que no los necesite todos. Lamentablemente, sabemos de inmediato cuando sucede algo de gran magnitud”.
Toda esa experiencia le dio a Salam “un sexto sentido” sobre lo que iba a desencadenar el coronavirus el pasado mes de enero, cuando estuvo en Australia para negociar cuánto material necesitaba para las bolsas para cadáveres en 2020.
Solicitó el doble de lo habitual.
“Todos fueron tomados con la guardia baja”, indicó Salam. “Nadie esperaba que [el coronavirus] fuera tan grave como es”.
Las llamadas telefónicas comenzaron a inundar su oficina en febrero. En marzo, personas sin cita previa aparecieron en la pequeña sede de Salam International, en la parte trasera de un parque industrial, junto a un centro de envío de ambulancias, algo que casi nunca solía ocurrir.
En este momento, los clientes del sur de California están manejando hasta la sede para recoger sus compras, en lugar de esperar la entrega.
Al comienzo de la pandemia, Salam pidió a los clientes más grandes que racionaran sus pedidos durante todo el año, para que los más pequeños que necesitaban bolsas tuvieran acceso a algunas de inmediato.
“Lo hicimos a un ritmo para que nadie se quedara sin bolsas”, señaló Cameron.
“Lo hicimos bastante bien”, agregó Salam.
Él ve el coronavirus arrasando al menos durante el tercer trimestre de 2021 y las consecuencias durarán unos años más. Eso probablemente signifique otro año excepcional para su empresa: no quiso revelar cuántas ganancias eso implica.
Pero no está contento.
“Es un negocio a prueba de recesión”, comentó Cameron. “Esta industria no cambia con la economía. Pero cuando ves la pandemia, aprendes que la vida es especial”.
“La vida es preciosa y todos somos parte de su ciclo “, agregó Salam.
Entonces suspiró.
“Todos necesitamos dinero, pero todo tiene un límite”.
Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.