California alberga alrededor de 764,000 empresas empleadoras (o empresas con al menos un empleado), de las cuales aproximadamente 85,000 son empresas de propiedad latina, según el Latino Policy and Politics Institute.

Además de contribuir con más de 670,000 empleos y generar más de $25 mil millones en ingresos de nómina para el estado, los negocios latinos se encuentran en las principales áreas metropolitanas como Los Ángeles, Riverside y San Francisco, de acuerdo con el reporte publicado en agosto de 2023.

El señor Arturo Aguilar se encuentra dentro de estas estadísticas a pesar de no haber estudiado ni finanzas o administración de negocios. Su camino a ser propietario de dos negocios en la zona angelina a pesar de no contar con documentos legales para vivir en Estados Unidos, fue una mezcla de compromiso, aprendizaje y valentía. Estas actitudes se unieron a cinco pasos que Aguilar debió seguir a través de los años.

El primero de estos cinco, “dejar atrás todo tipo de adicciones que te lastimen”, dijo.

“El sueño americano existe. Pero debes perseguirlo, más cuando tus adicciones están dañando tu presente”, dijo Aguilar, nacido en el pueblo de San Juan Teitipac Tlacolula en Oaxaca, México.

Aguilar emigró a los ocho años de edad junto con sus padres y once hermanos más a la capital del estado para continuar sus estudios. En su adolescencia, el menor se metió en problemas en la escuela secundaria y fue expulsado, y como castigo su padre lo envió a su panadería a aprender el oficio. Aguilar se enamoró de la elaboración del bolillo, las galletas y las formas que tenía que hacer con el pan dulce, como las conchas y los cuernos.

A la semana de regresar a la escuela, Aguilar decidió seguir aprendiendo el oficio de panadero a la par de sus estudios académicos, pero al llegar a la universidad el joven decidió estudiar ciencias químicas, no obstante abandonó la carrera por el alcohol.

No fue hasta la edad de 27 años, que Aguilar decidió venir a Estados Unidos para hacer un cambio en su vida y dejar atrás el alcoholismo tras una decepción amorosa.

“La gente que me rodeaba, incluyendo amistades me instaban a beber. Yo entonces no estaba haciendo nada con mi vida más que trabajar en la panadería”, dijo Aguilar, quien un día decidió comprar su boleto de autobús y despedirse de sus padres padres por la noche para ir a la ciudad de México, donde sus tíos le compraron un boleto para Tijuana y contactar una persona que lo ayudara a cruzar la frontera.

En ese entonces, Aguilar invirtió 300 dólares en el cruce, pero como padre soltero de una menor de tres años, su hija Erika fue su inspiración.

“No quería que la gente se refiriera a mi niña como ‘la hija del borrachito’. Si yo moría por mi adicción, tampoco quería que la gente le llamara ‘la huérfana’… Al salir de Oaxaca, también decidí dejar atrás la adicción al alcohol”, dijo Aguilar.

El inmigrante de ahora 61, asegura que hay gente que tiene tanto adicciones como malos hábitos. Para llegar al éxito, dijo, lo importante es reconocerlos y tomar el valor para dejarlos atrás e ir corriendo por los sueños.

El sueño de Aguilar en ese entonces, no estaba claro, pero lo que sí sabía es que quería trabajar.

Al llegar a Los Ángeles, el emprendedor fue acogido por sus tíos Martín y Virginia, en la comunidad de Pico Union, en Los Ángeles.

Con cinco dólares que le daba su tío, Aguilar debía viajar en autobús y buscar trabajo en diferentes panaderías. Sin encontrar empleo, de inmediato, los primeros cinco días, el joven se dedicó a vender paletas de hielo para una persona para luego encontrar trabajo en una panadería guatemalteca.

“Aprendan algo nuevo. Es importante afinar tu oficio o aprender nuevas habilidades que pueden ayudarte en el futuro”, dijo Aguilar.

“Yo sabía de pan mexicano, pero nada sobre el guatemalteco. Yo trabajaba de 7 de la noche a las cinco de la mañana, pero le pedí al dueño que me dejara quedar más tiempo sin pagarme para aprender. Entonces mi salida era hasta las 11 de la mañana”, dijo.

Luego de un año y medio, el inmigrante renunció para ingresar a otra panadería otro año y medio, hasta que su tío le propuso vender fruta y verdura. Otro año pasó en las ventas hasta que Aguilar pudo comprar la camioneta vieja de su tío y empezó a vender por su cuenta.

Ya con una nueva esposa, en 1997 la pareja compró una casa, y ahí nació la idea de vender donas junto con la verdura.

El tercer paso para el éxito de Aguilar fue no quedarse estancado, ni por comodidad o por miedo.

“Si sigues avanzando, más puertas se abrirán. Yo invertí en equipo de panadería usado, un pequeño horno a crédito, y hacía pan y donas para 1998, pero alguien le dijo a la policía y los inspectores de la ciudad me dijeron que buscara otro lugar para hacer mi pan”, dijo Aguilar.

Como cuarto paso, el inmigrante decidió ahorrar y ahora pensó en invertir. El prospecto de abrir un negocio estaba cerca, pues ya no tendría que manejar para vender su pan.

Para octubre del 2000 Aguilar compró el primer lugar para abrir su negocio. Él tenía ahorrado poco más de mil dólares, pero el dueño quería casi 40 mil por este.

“El señor me abrió una puerta preguntando cómo le iba a pagar todo el dinero. Entonces yo le propuse hacerle pagos mensuales de 2,000 dólares, y ese fue el acuerdo”, dijo Aguilar.

El ahora empresario bautizó a su panadería ubicada en las calles Venice y Vermont como El Valle Oaxaqueño. Tras el éxito del primer negocio, este se expandió a restaurante, mercado y artesanías.

Ahí los clientes se encuentran comida Oaxaquena como las tlayudas, empanadas, memelas, tamales oaxaqueños,y algo de mariscos, mole, caldos. Obviamente no falta el pan oaxaqueño, centroamericano, mexicano en general una gran variedad de pasteles.

Hoy en día, hay dos Valles Oaxaqueños en Los Ángeles, el segundo fue abierto en el 2008, en el 2318 W Jefferson Blvd en Los Ángeles.

El quinto paso al éxito empresarial dijo Aguilar es contratar a la gente si el trabajo se incrementa y es demasiado.

“Actualmente tengo 91 empleados trabajando para mis negocios”, dijo Aguilar, cuya frase es “el que no arriesga no gana”.

“No te quedes con la idea de ‘si yo hubiera hecho eso’. El hubiera no existe, el sacrificio vale la pena e intentarlo también. El sueño americano sigue existiendo, pero nos acostumbramos a la zona de comodidad, el gastar más de lo que ganamos, el tener vicios, nos lleva a sobrevivir, y no vivir bien. Primero se aprende, se trabaja, se ahorra, se invierte, Muchos hipotecan su casa para vacaciones, carro nuevo, fiestas, no hipotecan para invertir”, dijo Aguilar.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.