A muchos brasileños no les agradó una escultura de un toro frente a la bolsa de valores de Sao Paulo inspirada en la de Wall Street y no tuvieron que esperar mucho para que desapareciera: Fue retirada una semana después de su instalación.

La bolsa de Sao Paulo pretendía darle un punto de referencia llamativo al deteriorado centro de la ciudad. Sin embargo, el brillo dorado de la figura contrastaba con las cercanas tiendas de campaña de las personas sin casa y una larga fila diaria frente a un importante sindicato de personas que buscan empleo, el que sea.

Para el martes por la noche, la estatua ya no estaba.

Los detractores señalaron que la figura de metal y fibra de vidrio frente a la bolsa de valores de ninguna manera refleja la actual encrucijada económica ni las perspectivas a corto plazo de Brasil que padece altos niveles de pobreza y desempleo y una inflación de dos dígitos. La prensa local ha mostrado a brasileños pobres en diversas ciudades tan desesperados por obtener comida que escudriñan recortes de carne.

“Representa la fortaleza y resistencia del pueblo brasileño”, dijo Gilson Finkelsztain, director general de la bolsa, cuando la escultura fue develada el 16 de noviembre. Fue patrocinada por la bolsa de valores y el inversionista Paulo Spyer.

Spyer, dueño de una consultora llamada Vai Tourinho (“Va Torito” en portugués), dijo sentirse honrado de darles “un regalo a todos los brasileños”. Algunos habitantes locales se tomaron fotos con la escultura, semejante a la del toro embistiendo que se encuentra en el distrito financiero de Manhattan

Sin embargo, pronto surgieron las protestas. Al día siguiente, una docena de estudiantes colocaron calcomanías que decían “HAMBRE” en el cuerpo del toro. Después de que fueron retiradas, el grupo sin fines de lucro SP Invisible, que ayuda a los pobres, organizó un asado a un lado de la estatua para dar de comer a personas sin casa. Ambas manifestaciones fueron difundidas en redes sociales.

“Este toro insinúa que estamos experimentando cierto progreso, pero es exactamente lo contrario”, dijo a los periodistas Vinícius Lima, uno de los organizadores del grupo sin fines de lucro. “El precio de la carne de res se ha disparado. Cuesta el doble que antes. Cada vez menos brasileños pueden pagarla. Por eso vinimos aquí”.

El fin de semana, los patrocinadores de la estatua intentaron desalentar las protestas exhortando a los visitantes a que trajeran comida para donar. No obstante, el toro continuó siendo blanco de críticas.

El organismo municipal de planeación urbana convocó a los patrocinadores de la escultura y al artista que la hizo, Rafael Brancatelli, a una reunión. Les hizo saber que los patrocinadores no solicitaron permiso para colocarla y aparentemente infringieron una ley que limita lo que puede colocarse en las calles.

“Hay una ley y debe cumplirse. Todo el mundo tiene que conocer la ley antes de hacer algo”, dijo Viviane Rubio, asesora del organismo, durante la reunión del martes por la tarde. “Necesitaban habernos avisado antes de colocarla allí”.

Brancatelli se mostró arrepentido.

“No intentaba ser irrespetuoso ni saltarme a nadie. Se ha aprendido la lección. En otra iniciativa, ciertamente los buscaremos a ustedes primero”, señaló.

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