La policía de la ciudad mexicana norteña de Culiacán, dominada por cárteles de las drogas, fue retirada de las calles después de que el ejército confiscara sus armas, anunciaron el lunes las autoridades.

La medida se adoptó un día después de que unos 1.500 habitantes de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, realizaran una marcha por el centro de la ciudad para exigir paz tras semanas en las que los tiroteos entre cárteles han causado la muerte de decenas de personas en la ciudad y sus alrededores.

Pero en lugar de anunciar un aumento de la presencia policial, Rubén Rocha, gobernador del estado, dijo el lunes que los 1.000 miembros de la policía municipal no volverían a sus puestos de trabajo hasta que recuperen sus armas. Los militares, la policía estatal y la Guardia Nacional se encargarán de patrullar hasta entonces.

Rocha, que pertenece al partido gobernante Morena, indicó que se decidió retirar las armas para una inspección de los permisos y los números de serie como parte de un control “excepcional”, y aseguró que espera que la revisión “termine pronto”.

Históricamente, el ejército mexicano ha incautado las armas de las fuerzas policiales locales, ya sea porque sospecha que algunos agentes trabajan para bandas de narcotraficantes, o porque presumen que portan armas cortas privadas no registradas que harían que los abusos fueran más difíciles de rastrear.

En 2018, por ejemplo, el ejército incautó las armas de la policía municipal en la ciudad central de Cuernavaca, capital del estado de Morelos, para llevar a cabo una inspección similar. En esa oportunidad las autoridades señalaron que con esa medida se buscaba garantizar “fuerzas de seguridad confiables”.

Cientos de efectivos del ejército han sido trasladados a Culiacán desde que estallaron los enfrentamientos entre dos facciones del Cártel de Sinaloa luego de que los capos Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López —hijo del encarcelado narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán—, fueran detenidos en Texas el 25 de julio tras llegar en un pequeño avión.

Semanas después, Zambada afirmó que había sido secuestrado y obligado a subir al avión por Guzmán López, lo que desató una violenta batalla entre la facción de Zambada y el grupo de los “Chapitos”, integrado por los hijos del excapo.

La protesta del domingo fue la primera marcha de este tipo que los residentes se han atrevido a realizar desde que estalló la lucha entre los dos bandos. Los tiroteos se han registrado incluso en las zonas céntricas y los barrios de lujo de Culiacán, y los padres se han resistido a enviar a sus hijos a la escuela desde principios de septiembre.

Las escuelas de Culiacán han recurrido en gran medida a las clases en línea para evitar los tiroteos que ocurren casi a diario en la ciudad. El lunes, unos pistoleros mataron a tiros al líder del sindicato local de ganaderos, Faustino Hernández, a plena luz del día y en una calle del centro de la ciudad.

La asociación civil “Culiacán Valiente” organizó a los residentes para que se vistieran de blanco el domingo mientras portaban pancartas en las que se leía “¡Recuperemos nuestras calles!”.

“Queremos el regreso a clases presenciales sólo si se garantiza la seguridad de los alumnos”, señalaron los organizadores de la marcha en un comunicado.

Rocha reconoció que la batalla es entre dos facciones de los cárteles —los llamó los “Chapitos” y los “Mayitos”— y se comprometió a combatir a ambos por igual.

“Está claro que actúan dos grupos aquí que están confrontados”, dijo Rocha al hablar de la disputa en su estado. “La autoridad está para enfrentarlos en igualdad de circunstancias sin excepción alguna a ambos”, agregó.

Los dos grupos han empezado a dejar señales en los cadáveres para identificar a su organización.: Los “Chapitos” colocan pedazos de pizza (derivado del apodo colectivo del grupo “La ChaPIZA”), mientras que los partidarios de Zambada ponen sobre las víctimas sombreros de vaquero, que reflejan la creencia de que la facción de Zambada es más de la vieja escuela que los jóvenes Guzmán.

La situación ha llegado a un punto que tanto que los pistoleros del cártel han comenzado a secuestrar autobuses y camiones y a quemarlos para bloquear las carreteras de entrada y salida de Culiacán.

Rocha reconoció que quedó atrapado el viernes durante horas en el tráfico después de uno de los bloqueos del cártel cuando viajó a la ciudad turística de Mazatlán para reunirse con el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador.

El lunes, el gobernador prometió instalar en las carreteras cercanas a Culiacán cinco escuadrones “antibloqueo” con policías estatales y militares que estarían equipados con camiones cisterna para apagar las llamas y remolcar los restos.

Incluso el comandante del ejército local, general Francisco Leana Ojeda, reconoció recientemente que las autoridades aspiraban que la disputa termine “lo más rápido posible, pero no dependen de nosotros, depende de los grupos antagónicos que dejen de hacer confrontación entre ellos”.