El derretimiento del hielo dentro del permafrost en el Ártico ruso está revelando vida antigua que ha estado enterrada allí durante miles de años.
Una investigación de Sky News sobre el daño ambiental causado por el deshielo de las vastas reservas de carbono de esta región encontró partes de colmillo de mamut y fragmentos de hueso de rinoceronte lanudo.
Los animales alguna vez vagaron por las praderas árticas antes de extinguirse: los rinocerontes hace entre 14 mil y 15 mil años y los mamuts hace unos 10 mil 500 años, al final de la última edad de hielo.
Los fragmentos de hueso y colmillo se encontraron en Duvanny Yar, cerca de Chersky en el Ártico siberiano, hogar de estaciones de investigación internacionales donde los científicos se congregan para estudiar el impacto del hielo en retirada.
El año pasado, los científicos descubrieron el cadáver bien conservado de un rinoceronte lanudo en el este de Siberia que se cree que ha estado congelado durante decenas de miles de años.
El derretimiento del permafrost en la región de Abyisky de Yakutia en el noreste de Rusia fue la causa del descubrimiento, con gran parte del tejido blando del rinoceronte aún visible, incluida parte de los intestinos y genitales, y un pequeño cuerno nasal, que fue notable ya que a menudo se descompone rápidamente.
El deshielo también revela la vida vegetal congelada en el tiempo desde la época del Pleistoceno, el período que se extendió desde hace 2.6 millones hasta hace 11 mil 700 años.
Pero cualquier revelación sobre la fascinante historia natural del Ártico ruso tiene un precio enorme. El cambio climático está provocando que el permafrost se derrita, liberando grandes cantidades de gas metano reprimido a la atmósfera y provocando que el hielo se descongele aún más rápidamente.
La región, que sufre veranos más cálidos e inviernos más cortos, también está sufriendo un número creciente de incendios forestales.
El noreste de Siberia ha experimentado incendios más grandes de lo normal este verano en medio de un calor récord, y los incendios de turba son particularmente dañinos para el planeta debido al carbono que la turba ha estado absorbiendo durante decenas de miles de años, que se libera.
Los científicos estiman que mil 700 millones de toneladas de carbono se liberan anualmente por el derretimiento del permafrost entre octubre y abril.
Esto es casi el doble de las estimaciones anteriores y supera con creces los mil millones de toneladas de carbono absorbidas durante la temporada de crecimiento.
Actualmente, este suelo rico en carbono cubre el 24 por ciento de la tierra en el hemisferio norte y contiene más carbono del que jamás hayan liberado los seres humanos.
Un estudio publicado en marzo de 2020 encontró que los animales, incluidas las manadas de caballos, bisontes y renos, pueden usarse para retrasar la pérdida de suelos de permafrost al interrumpir la capa aislante de nieve que se asienta sobre la turba en el invierno.
Cuando la capa de nieve se dispersa y comprime gracias a los cascos de los animales que pastan, su efecto aislante se reduce drásticamente, intensificando la congelación del permafrost.
Científicos de la Universität Hamburg dijeron que alrededor del 80 por ciento de todos los suelos de permafrost en todo el mundo podrían conservarse hasta el año 2100 utilizando esta técnica.