El cambio climático no es la causa del cierre de algunas plantas energéticas de Estados Unidos que operan con carbón. Es el gasto en controles de contaminación más estrictos sobre sus aguas residuales.
Docenas de plantas de todo el país planean suspender su combustión de carbón en esta década en cumplimiento de directrices federales más rigurosas sobre aguas residuales, de acuerdo con registros de regulación estatal, al tiempo que la industria continúa alejándose de los combustibles fósiles que calientan el planeta para la generación de electricidad.
Las normas nuevas exigen que las plantas energéticas eliminen la ceniza de carbón y metales pesados tóxicos como el mercurio, el arsénico y el selenio de la aguas residuales antes de ser arrojadas a arroyos y ríos. Se prevé que la regla afecte a 75 plantas energéticas operadas con carbón en todo el país, según la Agencia de Protección Ambiental.
Esas plantas tenían hasta octubre para informar a los reguladores de sus respectivos estados cómo planeaban cumplir las directrices, con opciones que incluyeron actualizar sus equipos de control de contaminación y el retiro de sus unidades generadoras por consumo de carbón para 2028.
El impacto a nivel nacional de la norma sobre aguas residuales sigue haciéndose patente, pero al menos 26 plantas en 14 estados han anunciado que suspenderán de manera definitiva su combustión de carbón, según señaló la organización ambiental Sierra Club, que ha estado rastreando los registros de regulación estatal. Veintiún plantas pretenden cerrar y otras cinco han indicado que podrían hacer el cambio a gas natural, subrayó la organización.
“Las libertades que se les han estado otorgando a estas plantas están llegando a su fin de muchas maneras”, sostuvo Zack Fabish, un abogado de Sierra Club. “Y el que ellas elijan cerrar para 2028 refleja probablemente la realidad de que en un futuro ya no contarán con muchas de las subvenciones que habían estado recibiendo en términos de poder arrojar sus aguas residuales en los recursos comunes”.