Una morsa ártica emergió en la costa de la provincia británica de Gales el fin de semana, días después de haber sido vista en las costas de Irlanda.
“Es un espectáculo increíblemente raro, estos enormes y hermosos animales no suelen llegar tan al sur”, dijo Ellie West, de la organización benéfica de bienestar animal RSPCA, a la agencia de noticias PA. La organización había examinado al animal; aparte de algunos arañazos, se dice que está sano, aunque con un peso ligeramente inferior al normal.
Hace unos días, unos excursionistas de la costa occidental irlandesa, en el condado de Kerry, ya habían observado una morsa sobre un peñasco. Los biólogos suponen que se trata del mismo animal, posiblemente arrastrado por un témpano de hielo.
“Es de suponer que la joven morsa ha emprendido un viaje para encontrar comida”, especuló West.
Las consecuencias de la crisis medioambiental
“Sin duda alguna, la naturaleza nos está mandando avisos sobre las consecuencias de la crisis medioambiental y del impacto de las actividades humanas”, explicó, por su parte, a EFE, Kevin Flannery, director del “Dingle Oceanworld Aquarium”, el acuario más grande de Irlanda y próximo al lugar de este curioso descubrimiento.
Según Flannery, “es muy posible” que la morsa, “un macho joven tan grande como un toro”, se quedó dormida sobre un iceberg que, “como consecuencia del deshielo”, se desprendió de “la plataforma de Groenlandia”.
La corriente del Golfo, apunta, pudo quizá transportar el bloque de hielo hasta las costas del condado de Kerry desde “algún punto de Groenlandia”, donde “se alimentan principalmente de almejas islándicas”.
El primer avistamiento “oficial” de una morsa frente a las costas irlandesas ocurrió en 1897, pero no volvió a verse otro ejemplar hasta la pasada década de los 80 y, desde entonces, “han aparecido unos 20 animales”, indica el experto.
Otra hipótesis, aventura el oceanógrafo, plantea la posibilidad de que este mamífero semiacuático, de unos dos metros de largo y colmillos de unos 30 centímetros, se desorientó mientras seguía a los barcos rusos y noruegos que faenan en aguas del Atlántico Norte.
“Sea como fuere, se trata de un suceso preocupante porque o bien se debe al cambio climático o bien puede ser consecuencia de la sobreexplotación que sufren nuestros mares”, advierte Flannery.
FEW (dpa, EFE)