A pesar de las dudas razonables de que el proceso electoral fuera democrático y transparente, más de 12 millones de venezolanos acudieron a las urnas el 28 de julio, muchos de ellos con la ilusión de acabar con el actual Gobierno de Nicolás Maduro. La madrugada del lunes el presidente venezolano echó por tierra sus esperanzas al proclamarse ganador, saltándose todas las reglas que validarían el resultado. No todos en Venezuela están dispuestos a aguantarlo un tercer mandato y la perspectiva de que Maduro se mantenga al frente del país otros seis años vaticina un nuevo éxodo.
Varias encuestas realizadas antes de las elecciones así lo anunciaban. Los datos varían entre unas y otras, desde el 13% de la población, según el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno y Delphos, hasta el 18% de la encuesta realizada por ORC Consultores, los sondeos apuntan a que hasta cuatro millones de venezolanos consideran abandonar el país si Maduro continúa en el poder. No sería algo inmediato, pero sí un flujo continuo.
“Por la vía electoral nunca se dio la posibilidad de generar cambios y muchos venezolanos no van a tener más opciones que dejar el país”, señala Will Freeman, responsable del área de América Latina del Council on Foreign Relations (CFR). En su opinión, “la posibilidad de que el régimen de Maduro se vuelva más opresivo, y ya está hablando de campos de concentración, de reeducación para opositores políticos, podría generar aún más miedo”, lo que conllevaría que más venezolanos abandonen el país.
La falta de libertades en un régimen que oprime a los disidentes y la crisis económica que arrastra desde hace años ha llevado a gran parte de la población a huir. Los últimos datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que 7,7 millones de venezolanos han abandonado su país, pero la cifra se cree mayor. Desde 2014-2015 el país ha experimentado un éxodo masivo, aunque hay expertos que afirman que la emigración venezolana se inició mucho antes, al comienzo del milenio.
“Es razonable pensar que si no hay una solución pacífica y democrática a la situación de Venezuela, una transición que permita atender a la emergencia humanitaria compleja, esa migración va a aumentar”, afirma Laura Dib, directora del Programa de Venezuela de Washington Office on Latin America (WOLA).
Por ahora, esa transición no parece probable. Los datos ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral, controlado por el Gobierno, conceden a Maduro la victoria de las elecciones con un 51,95% de los votos, frente al 43,18% que habría obtenido el candidato de la oposición, Edmundo González. Unos datos que no se creen ni los países con Gobiernos más afines al presidente venezolano, como México, Brasil y Colombia.
La Organización de Estados Americanos, el G7 y el Centro Carter, que pudo enviar observadores a las elecciones, han reclamado transparencia y que se presenten las actas electorales, algo que el Gobierno de Maduro se niega a hacer. En Estados Unidos, el secretario de Estado, Antony Blinken, ha declarado que “pruebas abrumadoras” demuestran que González “logró la mayoría de los votos” y los datos que maneja la oposición son muy diferentes de los oficiales: González habría ganado con una victoria holgada, del 67% del escrutinio frente al 30% que habría obtenido Maduro.
A las reclamaciones internacionales se suman las protestas en las calles, exigiendo la transparencia de los resultados. La próxima movilización será este sábado. Por su parte, el Gobierno ha convocado otra manifestación paralela unas horas después.
Según Freeman, el hecho de que los militares estén dispuestos a poner fin a las protestas ciudadanas anticipa pocos cambios en el país. “Las posibilidades de cambio son poco probables porque la cúpula militar está unificada en apoyo a Maduro. Las tensiones que hubo antes de las elecciones ya no existen, están alineados detrás del presidente”, explica.
Además de la falta de libertades, la crisis económica ha impulsado el flujo migratorio. El salario mínimo, que era de cinco dólares aproximadamente, se incrementó 130 dólares este año con el llamado por el Gobierno “bono de guerra económica”, pero la canasta básica excede los 500 dólares, apunta Dib. También sufren cortes constantes de electricidad, falta de acceso a servicios de agua, saneamiento y escasez de gasolina. En opinión de Dib, la permanencia de Maduro va a empeorar la situación económica. “El hecho de que esta semana se hayan roto relaciones con algunos países es muy preocupante porque sigue cerrando Venezuela a los mercados, pone en riesgo la posibilidad de que haya una nueva implementación de sanciones, que también afecta a la economía y deja de generar incentivos a la inversión extranjera. Todo ello agudiza una situación que ya es de emergencia humanitaria”, afirma.
El Gobierno de Joe Biden eliminó algunas de las sanciones impuestas a Venezuela el año pasado, algunas de las cuales ha reactivado y el fraude en las elecciones implicaría casi con seguridad que se recuperen otras e incluso que se endurezcan.
Aunque la mayor parte de los venezolanos que ha salido de su país se ha refugiado en otros destinos latinoamericanos, como Colombia, muchos continúan su camino hasta Estados Unidos, arriesgando su vida al atravesar la peligrosa selva del Darién. El año pasado los venezolanos fueron el segundo grupo más grande de migrantes detenidos en la frontera, con un total de más de 260.000.
Políticas recientes de México y Panamá y las restricciones al asilo que impuso Biden en junio pasado han reducido significativamente el número de entradas de migrantes indocumentados, por lo que un aumento podría perjudicar al Partido Demócrata en las elecciones. “Es muy fácil politizar la llegada de unos miles de personas y decir que es herencia de un Gobierno de Biden, aunque el flujo migratorio va a seguir aunque haya un Gobierno de Trump”, sostiene Freeman.
Y mientras unos esperan a que se confirme la continuidad de Maduro para abandonar el país, otros confían en que las críticas internacionales, las protestas internas y la organización de la oposición hayan creado un momento histórico para acabar con el Gobierno de Maduro. Un cambio que les permitiría regresar a su país. “Es la primera vez que el voto para la oposición salió también de las clases populares y hay mucha esperanza en el ambiente. Todo el mundo está confiado en que la oposición va a contar con el apoyo para ejercer su derecho. Lo que se respira es diferente esta vez. Es que este hombre se tiene que ir”, afirma Patricia Unda, administradora de empresas venezolana que reside en México.
El País