Cuba sobrevive a oscuras desde el pasado jueves y México ha decidido tender una mano amiga. El Gobierno de Claudia Sheinbaum ha ofrecido ayuda ante la “emergencia energética”, en palabras del Ejecutivo cubano, que atraviesa el país caribeño desde el día 17 de este mes. La situación en la isla se ha vuelto desesperada tras cinco jornadas sin electricidad que han conducido al cierre masivo de colegios; el colapso de los hospitales; ha obligado a sus ciudadanos a encender hogueras para cocinar en las calles y ya ha dejado imágenes de protestas y caceroladas por todo el territorio, resguardadas de la policía política gracias a la falta de luz. Más allá de los cortes de los últimos días, las autoridades creen que la crisis energética provocada por la escasez de combustible y el mal estado de la infraestructura podría alargarse dos años, mientras los apagones son cada vez más habituales.

La Secretaría de Exteriores mexicana ha anunciado en la tarde de este lunes a través de sus redes sociales que su embajada en La Habana “expresó oportunamente su voluntad al pueblo cubano de prestar apoyo, ante la difícil situación que enfrenta”. El canciller, Juan Ramón de la Fuente, “está en contacto permanente con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, y la embajada de México en Cuba hace lo propio con las autoridades competentes para contar con información actualizada sobre la situación. Asimismo, ha puesto a disposición de las y los connacionales en ese país líneas de emergencia para su atención permanente”, ha añadido la cancillería en el escueto mensaje.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE), la empresa paraestatal que suministra electricidad a todo México, ha ofrecido también “su apoyo técnico para el pronto restablecimiento de energía eléctrica”. Los trabajadores de la CFE están acostumbrados a lidiar con situaciones de emergencia, especialmente durante esta época del año, temporada de huracanes, cuando las fuertes tormentas acostumbran a tumbar el tendido eléctrico allá por donde pasan. Durante el último mes, ha sucedido en Oaxaca y Guerrero, ambos Estados a orillas del pacífico mexicano, donde el huracán John dejó a comunidades enteras incomunicadas y a oscuras.

Rodríguez Parrilla ha respondido a la oferta mexicana a través también de sus redes sociales: “Agradecemos los esfuerzos y el apoyo inmediato ofrecido por los gobiernos de Venezuela, México, Colombia, Rusia y Barbados para hacer frente a la actual situación del sistema electroenergético nacional. Cuba está en conversaciones para concretar recibo de estas ayudas”. No es lo único en lo que México ayuda a la isla: Cuba, un país que sufre desde hace más de seis décadas un fuerte bloqueo económico por parte de Estados Unidos, depende de sus pocos aliados en el exterior para surtirse de combustible que, sobre todo, llega desde Venezuela y México.

Aunque el Gobierno cubano suele escudarse en el embargo estadounidense para justificar los muy frecuentes cortes en el sistema eléctrico, no es la única razón que explica el masivo apagón. En esta ocasión, el primer ministro, Manuel Marrero, reconoció que “el estado de la infraestructura, la falta de combustible y el incremento de la demanda” también se encuentran entre las causas. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ha repetido la narrativa habitual del oficialismo: que la culpable de los cortes de luz que sufre toda la isla es “la guerra económica” y la “persecución financiera y energética de Estados Unidos”, lo que “dificulta la importación de combustible y otros recursos necesarios para esa industria”.

Los expertos señalan también como una de las causas el mal estado de una infraestructura eléctrica obsoleta tras décadas de falta de inversión y mantenimiento. También, su dependencia casi absoluta de los combustibles fósiles (gas y, sobre todo, diésel y fuelóleo, ambos importados), que dejan una huella de carbono, en un territorio de 11 millones de habitantes, superior a la de muchos de los países de su tamaño. La generación de energía eléctrica a partir del petróleo, además, supone un alto coste económico en una nación en la que, en 2024, el 89% de la población vive “en la extrema pobreza”, según los resultados de un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), una organización independiente con sede en Madrid, España.

Cuba produce crudo, pero en cantidades insuficientes para sus necesidades. Además, las importaciones han decaído en los últimos tiempos, de la mano con el presupuesto estatal para obtenerlo. El Gobierno de Díaz-Canel ha asegurado que cuenta con un plan para “maximizar la producción de petróleo cubano” así como el aumento de energías renovables, aunque no ha ofrecido detalles de su estrategia. Marrero ha señalado en la misma línea que las medidas inmediatas para solventar la crisis pasan por “eliminar la dependencia de los combustibles fósiles, sustituyéndola por energía limpia”.

Las soluciones a largo plazo que propone el Gobierno no convencen a la población cubana. Tampoco el desplazamiento sistemático de las culpas hacia Estados Unidos. Las protestas se extienden por la isla amparadas por la oscuridad mientras la comida se pudre en frigoríficos inservibles, en un país acostumbrado a la escasez de alimentos y el racionamiento. Solo durante el mes de agosto el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) documentó casi 700 protestas por todo el territorio, la mayoría provocadas por el descontento ante los constantes apagones, los cortes de agua o la ineficiencia del transporte público. No hay datos, por el momento, de cuántas manifestaciones improvisadas se han producido estos días en penumbra.

El País