México vive una espiral de violencia, corrupción e ingobernabilidad que sacude al país todos los días, en todos los frentes. El alud de hechos, inaceptables en una democracia y en una sociedad civilizada, muestra el fracaso de las políticas públicas del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la pobreza en su capacidad de gestión y el incumplimiento de la promesa de cambio que en el 2018 le hizo ganar la Presidencia de la República.
AMLO no es un mandatario eficiente, pero es un animal político con larga experiencia y astucia. En la recta final de su mandato entiende que debe mantener algunos hilos en la mano -al menos en apariencia- para intentar que su partido político Movimiento de Regeneración Nacional y quienes él designe, se queden en la Presidencia en los próximos sexenios.
Como la realidad se contrapone a su deseo, el mandatario sabe que debe recurrir a una estrategia de comunicación más compleja e intensa para que la vertiginosa proliferación de su mensaje oficialista genere confusión en la ciudadanía y adormezca su conciencia sobre la realidad.
AMLO y su gobierno crean una narrativa sobre los brutales hechos cotidianos para imponer una realidad distinta a la que viven los ciudadanos. Para ello está creando un nuevo vocabulario para que los hechos delictivos se maquillen, denominándolos con otras palabras con el fin de manipular su naturaleza.
Históricamente, una de las estrategias de propaganda más perversas de gobiernos autoritarios -el nazismo y fascismo son paradigmáticos- ha sido manipular los hechos comúnmente reprochables e inaceptables nominándolos con nuevos términos. Pretenden cambiar su significado con el objetivo de que lo inaceptable sea aceptable, lo indigerible sea digerido.
Un ejemplo muy actual de este tipo de propaganda gubernamental es la que el gobierno de Rusia, encabezado por el presidente Vladimir Putin, difunde entre sus ciudadanos para que la guerra contra Ucrania no sea denominada guerra sino defensa, para que la invasión no sea denominada invasión sino liberación del pueblo ucraniano, y para que la muerte de civiles inocentes sea disfrazada llamándolos, no víctimas, sino fascistas.
Está probado que esa estrategia de comunicación provoca que un mensaje, a fuerza de ser repetido, puede cambiar la percepción de la realidad. Sin percepción de la realidad, el gobierno manipula a los ciudadanos como un pastor a su rebaño.
Estos son algunos ejemplos del nuevo diccionario que AMLO usa para rescribir con renglones torcidos la realidad.
Un fusilamiento debe llamarse enfrentamiento
La tarde del 27 de febrero, en el poblado San José de García, donde habitan cerca de 9 mil habitantes, perteneciente al municipio de Marcos Castellanos en Michoacán, un comando armado irrumpió en un velorio. En la banqueta puso a cerca de 17 personas contra la pared con las manos en la nuca y fueron fusilados. Las huellas de los disparos quedaron en marcadas en una línea irregular sobre el muro.
Ninguna autoridad municipal, estatal o federal pudo impedir que ocurrieran la masacre. Los cuerpos de las victimas fueron retirados y, aunque aparentemente la escena del crimen fue limpiada a través de las redes sociales, circularon videos y fotografías que dejan clara la naturaleza de los hechos. Sin importar si las víctimas eran o no miembros de la delincuencia organizada, el fusilamiento es inaceptable y refleja el nivel de control territorial e impunidad que tiene el crimen organizado en esa región, como en muchos otros lugares del territorio de México.
La masacre, ante los ojos perplejos y aterrorizados de la ciudadanía, muestra sin duda una escalada en la ingobernabilidad del país y la violencia. El alcalde del lugar es Jorge Luis Anguiano, del Partido Acción Nacional, y el gobernador del Estado es Alfredo Ramírez Bedolla, del partido oficial Morena.
La noticia dio velozmente la vuelta en México, pero al día siguiente, en su conferencia matutina, AMLO dijo que los hechos fueron otros. “Hay mucho desparpajo, hay mala fe, quisieran que fuera cierto…” dijo, y criticó que se difundiera la noticia en los medios de comunicación. Incluso insinuó que los videos habrían sido manipulados.
Así, el mandatario mexicano acuñó una nueva palabra en el diccionario de la 4T (Cuarta Transformación): dijo que no había sido un fusilamiento sino un enfrentamiento, para aminorar la gravedad de los hechos.
La violencia y delitos masculinos deben llamarse “resabios”
El 5 de marzo, en el estadio de fútbol Corregidora, en Querétaro, estalló la violencia entre aficionados masculinos, quienes, primero en lo individual y luego en horda, se agredieron entre sí y agredieron a individuos que ya estaban en el suelo indefensos. Los zapatos y ropa de los agresores quedaron salpicados de sangre. Parejas con sus hijos pequeños corrían despavoridos por el campo de futbol huyendo de la violencia desenfrenada. Los hechos provocaron 26 personas lesionadas, tres de ellas de gravedad.
La violencia en los estadios de fútbol no es una cosa común en México, y menos en estas dimensiones. Como ocurrió con el fusilamiento, las imágenes dieron la vuelta en México y el mundo.
El 7 de marzo, al ser cuestionado por los hechos, López Obrador, más que condenar los hechos, los justificó. A los crímenes los llamó “hechos lamentables” y afirmó que lo ocurrido “son resabios de los gobiernos neoliberales anteriores, o de todo el periodo en que se apostó a la corrupción y a la impunidad y al abandono del pueblo…”. La palabra “resabio” significa malos hábitos.
Dijo que el “proceso de transformación” de su gobierno “está empezando a dar frutos”. Ante los delitos de brutal violencia dijo “… la enseñanza mayor es no dejar de moralizar a México, no dejar de insistir en que solo siendo buenos podemos ser felices…”, dio como receta a la descontrolada violencia.
La Fiscalía General de Justicia de Querétaro por su parte acusó a los responsables de los delitos de homicidio en grado de tentativa, violencia en espectáculos deportivos y apología del delito.
Las manifestaciones de malestar social femenino deben llamarse ‘postura conservadora y reaccionaria’
En la misma conferencia de prensa donde justificó la barbarie en el estadio se refirió a las manifestaciones programadas por grupos de mujeres de distintas ideologías y clases sociales para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y condenar el aumento de la violencia contra las mujeres en México, el aumento de feminicidios, y las intolerables tasas de impunidad.
Acusó de manera generalizada que las mujeres se estaban preparando con marros, sopletes y bombas molotov. Aunque dijo que su gobierno tenía la información, nunca dijo quiénes o qué grupos eran, dejando el discurso oficial de propaganda en la generalidad.
Acusó a las mujeres que iban a manifestarse de tener una “postura conservadora y reaccionaria en contra de nuestra (su gobierno), en contra de la política de transformación”. Acusó que las mujeres que iban a participar en manifestaciones eran personas a las que no les importa combatir la pobreza, y que no están a favor de la igualdad económica y social entre mujeres y hombres.
Hizo un llamado a que las manifestaciones fueran pacíficas, y acusó que detrás de las manifestaciones de mujeres hay grupos políticos “que buscan enfrentarnos…para proyectar un México en llamas porque no están de acuerdo con la transformación que estamos llevando a cabo”.
Un discurso similar dispersó el gobierno de la Ciudad de México, dirigido por Claudia Sheinbaum, la candidata de AMLO a sucederlo en el poder. Sonaba más a un intento de desalentar la participación en las marchas.
AMLO y sus apéndices saben que en el poder social de las mujeres en México , el sector más perjudicado por el mal gobierno, es el talón de Aquiles en sus proyectos de permanencia en el poder.
Aún así, una ola morada de decenas de miles de mujeres en la Ciudad de México y otras partes del país participó en las manifestaciones pacíficas repudiando la violencia e impunidad contra las niñas, adolescentes y mujeres -que crece en este gobierno-, y contra las políticas públicas que han fracasado en dar igualdad y justicia.
Y aunque en la Ciudad de México hubo algunos episodios de violencia -nada comparable a lo que ocurrió en el estadio de fútbol- en su inmensa mayoría la manifestación de las mujeres fue pacífica.
Situación ‘personal, moral y humanos’ para sustituir abuso de poder y tráfico de influencias
El 4 de marzo comenzaron a circular en redes sociales tres grabaciones de conversaciones entre el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, nominado en el cargo por AMLO, y su subordinado, el subprocurador Juan Ramos, sobre el litigio penal privado que el Fiscal tiene interpuesto contra Laura Morán, pareja de su hermano Federico Gertz Manero, y la hija de esta, Alejandra Cuevas Morán, quien se encuentra encarcelada desde hace más de un año. Las acusa de supuestamente haber asesinado a su hermano.
El caso ya lo he abordado en el pasado en este espacio en DW. Señalé la serie de inconsistencias en la acusación y la existencia de una cuenta bancaria de 7.9 millones de dólares a nombre de Laura Morán y el hermano del fiscal, que podría ser el móvil de la disputa.En las grabaciones, el fiscal y el subprocurador hablan con claridad sobre cómo Gertz Manero obtuvo de un ministro, de manera anticipada, el dictamen que será discutido en la Suprema Corte de Justicia para dar un fallo sobre el caso. Por ley no ni él ni la parte acusada deberían tener acceso a ese documento previo a la sentencia.
El fiscal habló de manera condenatoria y ofensiva contra la señora Cuevas Morán quien se encuentra recluida por un delito que, de acuerdo a su familia, nunca existió y que fue inventado por Gertz Manero.
En el audio, el fiscal y el subprocurador hablan de las estrategias que puede seguir para lograr una sentencia condenatoria Cuevas Morán, y sus conversaciones revelan que han influido en el sistema judicial sobre el caso.
En las conversaciones se escucha a Juan Ramos, quien, en vez de ser subprocurador de la nación, actúa como abogado privado de Gertz Manero. Desde la función pública y con el poder que le confiere el cargo le opera los asuntos particulares al fiscal.
En cualquier país que respete las leyes y se oponga a la corrupción y falta de ética en el servicio público esta grabación habría provocado la renuncia voluntaria del fiscal general, y/o un proceso disciplinario y de remoción por parte del Congreso, así como la inmediata reprobación del presidente.
Sobre el contenido de los audios el Consejo General de Abogacía Mexicana señaló que el fiscal habría incurrido en “conflicto de interés”, “comportamiento no ético” y “posible delito de ejercicio ilícito de servicio público”. Yo añado que, de acuerdo a la ley, también habría podido incurrir en abuso de poder y tráfico de influencias.
Cuestionado después del escándalo aseguró que no escuchó los audios pero que confía en el Fiscal. En vez de condenar los hechos y llamarlos por su nombre lo justificó: “Yo entiendo la situación personal, moral, humana del fiscal porque se trata de un asunto vinculado pues con su hermano, lo entiendo, entonces él quiere que se haga justicia”.
Mientras el país se le cae encima, el presidente escribe y reescribe los renglones torcidos de la realidad usando el nuevo diccionario ¿Su narrativa triunfará sobre los hechos fidedignos? Eso está por verse.
(cp)
Autor: Anabel Hernández