Washington, 7 feb. (EFE).- Los demócratas diseñan su estrategia de cara al juicio político al expresidente de Estados Unidos Donald Trump y han ofrecido indicios de que adoptarán un enfoque distinto al primer proceso de destitución contra el exmandatario, pese a que hay pocas probabilidades de una resolución contraria a él, debido a que la mayoría de los republicanos son contrarios al “impeachment”.
Senadores progresistas, citados este domingo por el medio Politico, han indicado que no enfocarán tanto sus esfuerzos en que comparezcan testigos, como sí hicieron durante el primer proceso.
“Esto está basando en un delito público. Su intento (de Trump) no estaba oculto, por lo que pienso que hay un peligro, como siempre hay para el abogado de un juicio y el fiscal de presentar pruebas en exceso, de añadir más testigos para probar lo obvio”, señaló el legislador de la Cámara Alta, el demócrata Richard Blumenthal.
En el proceso que se inicia el martes, el expresidente, que ya ha dicho que no piensa testificar, como así piden los “fiscales” del juicio político, está acusado de “incitar a la insurrección” por el asalto al Capitolio por parte de una turba de sus seguidores el pasado 6 de enero.
DUDAS SOBRE LOS TESTIGOS
Aquel día, el entonces mandatario pronunció un discurso incitando a sus partidarios a que marcharan hacia la sede del Congreso, ante sus denuncias infundadas de que hubo un fraude en las elecciones presidenciales de noviembre, que ganó Biden.
Durante esa jornada, estaban reunidas ambas cámaras del Legislativo para refrendar la victoria de Biden, que se vieron obligadas a suspender la sesión por varias horas, hasta que los partidarios de Trump fueron desalojados por las fuerzas de seguridad, y los legisladores pudieron ratificar el triunfo del demócrata en los comicios.
Para el senador demócrata por Hawái Brian Schatz no está muy clara la efectividad de los testigos en el juicio político.
“Imagínense si la llamada de Ucrania hubiera sido transmitida por internet -reflexionó en declaraciones a Politico-. No está claro para mí que haya ninguna prueba que cambie la mente de nadie”.
Schatz se refería a la llamada de julio de 2019 entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en la que el estadounidense pidió al ucraniano que investigara a Hunter Biden, hijo de Joe Biden, por supuesta corrupción en ese país.
Fue esa llamada y una denuncia de un informante lo que desencadenó el primer “impeachment”, como se dice en inglés juicio político, a Trump, del que fue absuelto hace un año en el Senado, en ese momento bajo control republicano.
Por el momento, y pese a que el comienzo del segundo proceso se aproxima, se conocen pocos detalles sobre cómo transcurrirá, por lo que no se sabe si el Senado votará acerca de si debe haber testigos o no.
PARA LOS REPUBLICANOS ES INCONSTITUCIONAL
Mientras, los republicanos insistieron este domingo en que el juicio político es inconstitucional.
El que fuera uno de los principales aliados de Trump en el Senado, el legislador Lindsey Graham, señaló hoy que será la historia la que juzgue al exmandatario por el asalto al Capitolio, pero al mismo tiempo opinó que esta no es la labor del Congreso.
Trump “va a tener un lugar en la historia por todo esto, pero el punto es que nosotros estamos en el Congreso, no somos fiscales, el juicio político nunca debería ser un enjuiciamiento”, dijo Graham en una entrevista a la cadena CBS News.
“Creo que estoy listo para avanzar -agregó el senador-. Estoy listo para acabar con el juicio político porque creo que es flagrantemente inconstitucional”.
Graham recordó que Trump es la “figura más popular” en el Partido Republicano y que “el 6 de enero fue un mal día para EE.UU. Tendrá su parte de culpa en la historia”.
En la misma cadena, otro senador republicano, Roger Wicker, consideró el proceso “carente de sentido y con un mensaje partidista”, ya que, en su opinión, el “impeachment” no debería emplearse para que alguien rinda cuentas estando ya fuera del cargo.
“Ahora bien, si hay otras maneras en el tribunal de la opinión pública o si hay algún cargo penal que se le pase por la cabeza a algún fiscal, a lo mejor hay otra vía por ahí”, subrayó.
Wicker sostuvo que la Constitución no precisa si se puede someter a un proceso de destitución a un exmandatario y que el presidente actual, Joe Biden, debería haber intervenido para pedir que no se llevara a cabo.
UNA RESOLUCIÓN CONDENATORIA POCO PROBABLE
Dado que Trump abandonó la Casa Blanca el pasado 20 de enero, no se le puede destituir del cargo del presidente porque ya no lo es, con lo que se enfrenta a una inhabilitación para ejercer cargos públicos en el futuro.
Sin embargo, para que esto saliera adelante los demócratas necesitan el apoyo de 17 de los cincuenta senadores republicanos en el Senado, lo que es poco probable que ocurra.
Una de los diez legisladores conservadores de la Cámara Baja que votó a favor de que Trump fuera sometido a un “impeachment”, Liz Cheney, fue censurada ayer por el Partido Republicano en Wyoming, que le pidió que dimitiera, aunque ella ha declarado este domingo que no va a hacerlo.
“El juramento que hice a la Constitución me obligó a votar por el ‘impeachment’ y no se inclina por el partidismo, no se inclina ante las presiones políticas”, dijo Cheney, una de las republicanas de mayor rango en la Cámara de Representantes, al canal Fox News.
El juicio político se celebrará en el Senado, pero antes la Cámara Baja aprobó la acusación de “impeachment” contra Trump, de incitar a la insurrección, lo que dio luz verde a la apertura del proceso en la Cámara Alta.