El periódico Tageszeitung (taz), de Berlín, plantea que Claudia Sheinbaum seguirá la línea de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero, al mismo tiempo, tendrá que combatir a sus fantasmas: “La próxima presidenta de México nunca dejó dudas en cuanto a que continuará la política de su correligionario López Obrador. Desde el punto de vista de la política social, es una buena noticia, porque la población pobre se benefició del aumento del sueldo mínimo, al igual que de la renta básica y programas similares. Pero, al mismo tiempo, su declaración es inquietante. López Obrador no desarrolló una estrategia para poner coto a la violencia. Durante su período desaparecieron más personas que nunca a manos de criminales y fuerzas de seguridad. Aun más regiones son gobernadas por el crimen organizado, la impunidad es escandalosamente alta. (…)

A diferencia de la manera agresiva y polarizadora de López Obrador, ella es más reservada. Eso, por otra parte, alimenta esperanzas. Mientras el jefe de Estado en funciones tilda de enemigos a todos sus críticos, ya sean periodistas, ambientalistas o académicos, de Sheinbaum cabe esperar más cooperación con la sociedad civil. Con eso ya se habría ganado mucho”.

El desafío de la emancipación

El diario suizo Neue Zürcher Zeitung se pregunta si Claudia Sheinbaum podrá emanciparse realmente de AMLO y apunta: “De todos modos seguirá adelante con su agenda de democracia de base, como con la planeada elección popular directa de los jueces. Después de que López Obrador ya procediera contra los organismos electorales y de transparencia, ese sería un nuevo golpe contra las instituciones. ¿Con quién se sentirá más comprometida, con López Obrador o con la democracia de México? se preguntan las voces críticas. De seguro polarizará menos que su antecesor, que no desperdició ninguna oportunidad para arremeter contra medios y activistas de la sociedad civil supuestamente al servicio del establishment corrupto”.

La primera mujer presidenta de México

La revista Time, por su parte, escribe: “Ser mujer en México es duro, cuando no peligroso. Las mujeres ganan un 16 % menos que los hombres, y la brecha de género en la participación laboral es una de las más altas de América Latina. Pero quizá la estadística más impactante sea que cada hora desaparece al menos una mujer, y cada día mueren violentamente 11 mujeres.

Pocos imaginarían que este mismo país acaba de elegir a una mujer presidenta. Claudia Sheinbaum, exalcaldesa de Ciudad de México y fiel sucesora del izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO), logró la victoria en los comicios del 2 de junio. (…)

Preocupa la reacción de los votantes mexicanos ante una presidenta Sheinbaum, sobre todo cuando, inevitablemente, cometa errores, como todos los políticos. Los estudios indican que las mujeres líderes suelen sufrir reacciones más duras que sus homólogos varones, un fenómeno exacerbado en México por el sexismo imperante en la sociedad. Ser mujer presidenta no será fácil. Una encuesta realizada por Enkoll en febrero reveló que un tercio de los mexicanos considera que ‘el país no está preparado’ para una mujer presidenta, y un 14 % afirma abiertamente que preferiría que el cargo lo ocupara un hombre”.

El problema de la estabilidad

El Washington Post hace referencia a la violencia que amenaza la estabilidad de México, y hace notar: “El próximo presidente se enfrentará a otro reto: mantener la estabilidad política. López Obrador, un hábil operador político, ha mantenido a raya a las facciones rivales de Morena. Sheinbaum no tiene la misma influencia en el partido, que se fundó como vehículo para las ambiciones de López Obrador. ‘Claudia va a tener este problema’ si gana, dijo antes de la votación del domingo Alejandro Rojas Díaz Durán, senador recién salido de Morena. ‘Ella no es Andrés. Es una administradora eficiente, pero no una administradora política como Andrés’”.

“Claudia no es López Obrador”

El diario español El País publica un artículo de opinión en que sostiene que “quienes asumen que Claudia Sheinbaum es un personaje de papel y potencial títere de López Obrador simplemente no la conocen. Sin duda es el delfín del líder y discípula en muchos sentidos, pero por trayectoria y manera de estar frente al mundo no podían ser más diferentes”.

El autor plantea, sin embargo, una serie de interrogantes: “¿Cómo mantener el apoyo de los sectores populares sin recurrir al discurso beligerante? ¿Cómo correrse hacia el centro sin que sectores radicales, obradoristas autodenominados guardianes de la fe, acusen de traición al movimiento? ¿Es posible mantener la fuerza del obradorismo sin López Obrador? ¿Con cuánta rapidez necesita entregar resultados para legitimarse por la vía de los hechos, que no del discurso? La buena noticia es que Claudia no es López Obrador. La mala noticia es que no es López Obrador. Es Claudia Sheinbaum y está convencida de que tiene una respuesta a esas preguntas. Veremos”.

(cp)

Autor: Emilia Rojas Sasse
DW