Se espera que la farmacéutica Pfizer solicite permiso al Gobierno federal para lanzar su vacuna contra el coronavirus a finales de noviembre, una medida que promete aplacar la pandemia, pero que también establece un plazo estricto para asegurarse de que los ciudadanos entiendan lo que significará recibirla.
Esta vacuna, y quizá otras, requerirá dos dosis para funcionar, inyecciones que deben ser suministradas con semanas de diferencia, según muestran los protocolos de la compañía. Los científicos prevén que causarán efectos secundarios molestos como la gripe –incluyendo dolor en los brazos, dolores musculares y fiebre– que podrían durar varios días y obligar a las personas a mantenerse apartados temporalmente del trabajo o la escuela.
Aunque una vacuna demuestre una eficacia del 90% (como promocionó Pfizer), uno de cada 10 personas que la reciban seguirán siendo vulnerables. Eso significa que, al menos a corto plazo, a medida que la inmunidad a nivel de la población crezca, las personas no podrán dejar de distanciarse socialmente ni descartar el uso de las mascarillas.
Saad Omer, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Yale, dice que por el impulso sin precedente de desarrollar rápidamente estas vacunas, se ha dejado de lado un plan a gran escala para informar eficazmente y por adelantado sobre estos efectos secundarios.
“Tienes que estar preparado”, aseguró Omer, “no puedes esperar al día después de que la vacuna sea autorizada para resolver el tema del material de comunicación e información”.
Omer, que prefirió no hacer comentarios sobre el informe de que está siendo considerado para un cargo en la Administración del presidente electo, Joe Biden, aspotó por una intensa campaña de mensajes basada en la mejor evidencia científica para hacer frente a la indecisión y el posible rechazo de la vacuna.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han creado una estrategia llamada “vacunar con confianza”, pero carece de los recursos necesarios, dijo Omer. “Necesitamos comunicarnos, necesitamos hacerlo de manera efectiva, y necesitamos empezar a planificar esto ahora”, añadió.
Esta amplia campaña de difusión será necesaria en un país en el que, a mediados de octubre, sólo la mitad de los ciudadanos dijeron que estarían dispuestos a recibir una vacuna contra el COVID-19.
Las dosis de cualquier vacuna serían limitadas al principio, pero los expertos predicen que podrían estar ampliamente disponibles a mediados del próximo año. Discutir los posibles efectos secundarios a tiempo podría contrarrestar la información errónea que exagere o distorsione el riesgo.
“El peor revés que tendríamos sería si contáramos con una vacuna segura y eficaz que la gente dudara en recibir”, dijo Preeti Malani, directora de salud y profesora de medicina de la Universidad de Michigan en Ann Arbor.
Pfizer y su socio, la compañía alemana BioNTech, dijeron el lunes que su vacuna parece proteger a nueve de cada 10 personas de contraer COVID-19, aunque no publicaron datos detallados. Es la primera de cuatro vacunas en pruebas a gran escala en Estados Unidos que ha publicado resultados.
Los datos de los primeros ensayos de varias vacunas indican que los ciudadanos deberán estar preparados para los efectos secundarios que, si bien son técnicamente leves, podrían perturbar la vida cotidiana.
Un alto ejecutivo de Pfizer le dijo a la agencia de noticias Stat que los efectos secundarios de la vacuna de la compañía parecen ser comparables a los de las vacunas estándar para adultos, pero peores que los de la vacuna contra la neumonía de la compañía, Prevnar, o las típicas vacunas contra la gripe.
La vacuna de dos dosis de Shingrix, por ejemplo, que protege a los adultos mayores contra el virus que causa la culebrilla dolorosa (zoster), provoca dolor en los brazos al 78% de los receptores, y dolor y fatiga muscular en más del 40% de los que la reciben. Las vacunas contra la gripe común y la Prevnar pueden causar dolor en el lugar de la inyección, malestar y fiebre.
“Estamos pidiendo a la gente que se ponga una vacuna que le va a doler”, dijo William Schaffner, profesor de medicina preventiva y política de salud del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt. “Hay muchos brazos doloridos y un número considerable de personas que se sienten mal, con dolores de cabeza y musculares, durante un día o dos”, agregó.
Schaffner cree que podría ser difícil convencer a las personas de recibir una segunda dosis tres o cuatro semanas después de que experimenten los síntomas y efectos secundarios de la primera vacuna.
La manera en que los expertos en salud pública explican tales efectos es importante, opina Omer. “Hay evidencia que sugiere que es útil colocar el dolor como un aliado de la eficacia”, dijo, “si duele un poco es porque funciona”.
Al mismo tiempo, una buena comunicación ayudará a los consumidores a prepararse para tales efectos. Se espera que la vacuna contra el COVID-19 se distribuya primero entre el personal de atención de la salud y otros trabajadores esenciales, que tal vez no puedan trabajar si se sienten enfermos, señaló Eli Perencevich, profesor de medicina interna y epidemiología de la facultad de atención de la salud de la Universidad de Iowa.
“Muchas personas no cuentan con el beneficio de licencia por enfermedad. Muchos de nuestros trabajadores esenciales no tienen seguro médico”, dijo, y propuso que a los trabajadores esenciales se les debería conceder tres días de licencia remunerada después de ser vacunados.
“Estas son las cosas que un gobierno que funciona bien debería proveer para que nuestra economía funcione de nuevo”, agregó.
Asegurarse de que los ciudadanos sepan que es probable que una vacuna requiera dos dosis, y que podría tomar un mes para que surta efecto, también es fundamental.
El ensayo de fase 3 de Pfizer, que ha reclutado a casi 44.000 personas, comenzó a finales de julio. Los participantes recibieron una segunda dosis 21 días después de la primera. El 90% de la eficacia reportada fue medida siete días después de la segunda dosis.
Informar de manera efectiva será vital para asegurar que los consumidores cumplan con el cronograma de las inyecciones y –suponiendo que se aprueben varias vacunas– que la primera y la segunda dosis sean del mismo fabricante.
Hasta que la protección total surta efecto, dijo Omer, la gente debe seguir tomando medidas para protegerse: usar tapabocas, lavarse las manos y distanciarse socialmente. Es importante hacer saber a la gente que tomar medidas adecuadas ahora dará sus frutos más adelante, añadió.
“Si sólo les mostramos el túnel, no la luz, entonces eso resulta en esta negación masiva”, dijo, “tenemos que decir, ‘tendrán que continuar haciendo esto a mediano plazo, para obtener mejores resultados a largo plazo”.
El mejor momento para informar puede ser una vez que se presenten los datos completos del ensayo de Pfizer y otros laboratorios, dijo Paul Offit, un vacunador del Hospital Infantil de Filadelfia que forma parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
“Cuando se observan esos datos, se puede definir con mayor precisión qué grupos de personas tienen más probabilidades de sufrir efectos secundarios, cuál es la eficacia, qué sabemos acerca de la duración de la eficacia, qué sabemos acerca de la duración de los datos de seguridad”, dijo, “creo que hay que prepararse para comunicar eso. Se puede empezar a prepararse desde ahora”.
Liz Szabo y JoNel Aleccia | Kaiser Health News – NBC News