Desde 2015, Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, el administrador de activos más grande del mundo, publica cartas, en las que pide a los líderes empresariales e inversionistas que reconsideren los criterios relacionados con el medio ambiente, asuntos sociales y el corporativismo (ESG, por sus siglas en inglés).
“Todas las empresas y todas las industrias se transformarán en la transición hacia un mundo sin emisiones”, escribió en 2022. Todas aquellas empresas que no se adapten fracasarán, independientemente de la industria. “La pregunta es: ¿liderará o se quedará rezagado?”, añadió.
Nuevos criterios de inversión, medio ambiente y derechos humanos
Ya en 2020, BlackRock anunció que analizaría más de cerca la protección ambiental y los derechos humanos en el futuro. “Estamos convencidos de que la sostenibilidad debe ser nuestro nuevo estándar de inversión”. Estas palabras no provocaron el resultado deseado. Los ambientalistas, entre otros, acusaron a la empresa de llevar una osada campaña de imagen.
Casi tres años después, el balance es aún más decepcionante, según Bluebell Capital Partners, un pequeño inversor de 250 millones de dólares de Gran Bretaña que acusa a BlackRock de actuar de manera incoherente con respecto a cuestiones ambientales, sociales y corporativas. Sostiene que BlackRock debería iniciar una revisión estratégica de sus criterios y reflexionar sobre su director ejecutivo.
Esta dura crítica encaja bien con el patrón de inversión de cobertura de Bluebell Capital Partners, conocido por exigir mucho con el mínimo esfuerzo. En 2021, contribuyó al despido de Emmanuel Faber, director ejecutivo Danone, luego de adquirir una participación de Danone por solo 20 millones de euros. Bluebell apunta ahora hacia Blackrock.
“Contradicción entre promesa y acción”
“Criticamos a BlackRock por la hipocresía y la contradicción entre lo que dicen y lo que hacen”, dijo Guiseppe Bivona, fundador y estratega jefe de inversiones de Bluebell, en una entrevista con CNN. Fink debe ser reemplazado al igual que el director, Murry Gerber, en el consejo administrativo desde 2000. Citó como ejemplo la inversión en combustibles fósiles como el carbón, hecho que socava la credibilidad de la empresa.
Según Binova, “la labor de Blackrock no debe ser la promoción de políticas energéticas o iniciar un debate público sobre cuestiones ecológicas o sociales. BlackRock también tiene viento en contra de algunos estados republicanos por su política ecológica, es decir, por boicotear las acciones de energía y priorizar los objetivos de sostenibilidad sobre las ganancias.
El tesorero del estado de West Virginia, Riley Moore, dijo al New York Times: “Somos un estado energético, y el sector energético nos genera cientos de millones de dólares en ingresos fiscales… Todos nuestros trabajos dependen del carbón y del gas. Es parte de nuestro estilo de vida aquí”.
BlackRock no está a la altura de sus propias exigencias
Los informes de los ambientalistas muestran que la ira de los conservadores, como en Texas y otros estados, es en gran medida infundada, porque el administrador de activos todavía sigue invirtiendo mucho en “sectores marrones”, según las evaluaciones de asociaciones climáticas como Urgewald y Reclaim Finance. Estas muestran que BlackRock tenía acciones en compañías de carbón por valor de “al menos 85 mil millones de dólares” a fines de octubre de 2020. Además, los criterios ESG solo se aplican a una cartera gestionada activamente y, por lo tanto, no se aplican a los fondos pasivos como los ETF (Fondos Cotizados en Bolsa), que representan tres cuartas partes de los activos gestionados por Blackrock.
Pero en BlackRock no parecen ocultar que tampoco se toman sus propias afirmaciones demasiado en serio: “Somos el inversor más grande del mundo en empresas de combustibles fósiles y, como inversores a largo plazo en estas empresas, queremos que tengan éxito y prosperen”, escribió Dalia Blass, directora de asuntos externos a las autoridades de Texas en enero de 2022. BlackRock ha invertido actualmente alrededor de 260 mil millones de dólares en compañías de combustibles fósiles, 91 mil millones solo en compañías de Texas.
(rmr/ers)
Autor: Sabrina Kessler