Pese a que grandes y pequeñas empresas de todo el país están subiendo sus salarios para atraer a trabajadores tras la crisis provocada por la pandemia de coronavirus, sus empleados no están viendo en muchas veces reflejado ese incremento en sus bolsillos debido al alza constante de la inflación.
El Departamento de Trabajo informó este miércoles de que el índice de precios al consumo aumentó un 5.4% en julio con respecto al año anterior, aunque suavizó su subida respecto a junio, cuando la subida anual fue la más alta desde 2008.
Por su parte, la llamada inflación subyacente, que excluye el precio de la energía y de los alimentos, aumentó un 4.3% en el último año, también a un ritmo menor que en junio (4.5%), cuando se registró la mayor subida desde 1991. Los economistas suelen considerar este indicador más fiable.
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El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, indicó que esta aceleración de los precios será transitoria.
“Los datos de julio sugieren que el estallido inicial se está desvaneciendo, pero todavía es demasiado pronto para descartar los riesgos de un periodo más prolongado de mayor inflación en los próximos años”, destacó el economista Andrew Hunter a la agencia de noticias The Associated Press.
Pero sus efectos ya se han dejado notar en el bolsillo de los trabajadores: al ajusta los salarios de acuerdo con la inflación, no sólo las subidas de las últimas semanas se desvanecen sino que el sueldo medio queda por debajo del que había en diciembre de 2019, antes de la pandemia, según un análisis de Jason Furman, profesor de economía de la Universidad de Harvard, reportado por la cadena CNN.
En la mayoría de los sectores, la remuneración ajustada a la inflación ha bajado, menos en el ocio y la hostelería donde aumentó un 1.6%.
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Algunos precios siguen muy subiendo, y otros no tanto.
Los precios en los restaurantes subieron un 0.8% en julio, el mayor incremento desde 1981, una señal de que el aumento de los salarios y de los costes de los alimentos se está trasladando a los consumidores.
Los precios de los autos nuevos, que aumentaron un 1.7% en julio, han subido un 6.4% en el último año, el mayor incremento interanual desde 1982. La escasez de semiconductores ha limitado la producción de los fabricantes, y hay pocos indicios de que vaya a remitir. Nissan dijo el martes que cerrará una enorme fábrica en Tennessee durante dos semanas debido a la escasez de chips.
El precio de los autos usados, que se había disparado en los últimos tres meses por las vacaciones, subió solo un 0.2% en julio, tras un alza de más del 10% en junio.
Las tarifas aéreas, que habían aumentado, disminuyeron un 0.1% en julio.
Subieron los alquileres, pero se mantuvieron los precios de la ropa tras un aumento del 0.7% en junio, y los precios de los servicios de transporte disminuyeron tras un aumento de más del 1% al final del segundo trimestre.
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Empresas que seguirán aumentando sus precios
Algunas empresas siguen subiendo los precios para compensar los mayores costes de las piezas y la mano de obra. La cadena de hamburguesas Shake Shack planea subir sus precios entre un 3% y un 3.5% en los últimos tres meses del año, según dijeron sus ejecutivos en una conferencia telefónica con inversores.
Unilever, el fabricante del jabón Dove y del helado Ben and Jerry’s, ha dicho que subirá algunos precios para compensar los mayores costes de las materias primas. Y Yum Brands, propietaria de KFC y Taco Bell, dijo a finales del mes pasado que sus franquicias han aplicado aumentos de precios “moderados”.
Con información de AP, CNBC y CNN.