Por Martha C. White – NBC News
La pandemia del COVID-19 reforzó una economía desigual que destruyó las vidas, los ahorros y pequeñas empresas de innumerables ciudadanos en Esados Unidos. Pero para otros, el año no fue un desastre financiero.
Entre aproximadamente mediados de marzo y el 22 de diciembre, Estados Unidos sumó 56 nuevos multimillonarios, de acuerdo con el Instituto de Estudios Políticos, llegando a un total de 659. La riqueza de ese pequeño grupo aumentó en más de un billón de dólares desde que comenzó la pandemia.
Según un informe publicado en diciembre por la organización Estadounidenses por la Equidad Fiscal y el Instituto de Estudios Políticos, utilizando datos recopilados por Forbes, los multimillonarios en Estados Unidos han amasado un riqueza de casi cuatro billones de dólares, casi el doble de lo que tienen en conjunto las 165 millones de personas más pobres del país. Los 10 más ricos tienen una fortuna combinada mayor a un billón de dólares.
Ésta es una muestra impresionante de cómo la pandemia ha distorsionado grandes secciones de la economía real y ha exacerbado la desigualdad económica obstinada y continua de la nación. Esta desigualdad persiste, en gran parte, por motivos raciales y étnicos, y estaba presente incluso en la economía pre-pandémica cuando las cifras de desempleo eran las más bajas en medio siglo.
Esta lista de los estratosféricamente ricos incluye nombres familiares como Jeff Bezos, Elon Musk y Bill Gates, así como multimillonarios emergentes como Kanye West y Tyler Perry.
Sin embargo, estas figuras son excepciones notables.
La mayoría de los nuevos miembros en la lista de multimillonarios no son nombres conocidos y muchos de ellos han logrado un próspero patrimonio gracias al mercado de valores.
MacKenzie Scott, quien consiguió llegar a lista por primera vez con su propio nombre tras divorciarse de Bezos en 2019, es un ejemplo de cómo el mercado ha enriquecido aún más a los más ricos. En el momento de su divorcio, la parte de Scott en las acciones de Amazon valía alrededor de 38,000 millones de dólares. Ahora, menos de un año y medio después, Forbes estima que su patrimonio neto es de casi 59.000 millones de dólares. (Scott ha sido noticia en los últimos meses por su compromiso con la filantropía y donaciones, generosas y sin ataduras, a organizaciones sin fines de lucro e instituciones educativas).
“A los multimillonarios que iniciaron estas empresas y tenían una gran participación en [en las acciones] les fue muy bien este año”, dijo Frank Clemente, director ejecutivo de Americans for Tax Fairness.
Un factor clave de la concentración de la riqueza por parte de los multimillonarios fue la respuesta sin precedentes que hubo a nivel de políticas económicas para estabilizar los mercados financieros en los primeros días de la pandemia. Esto impulsó una subida en el mercado de valores que desafío la caída en picada esperada. Cuando Wall Street estuvo al borde del pánico en marzo, la Reserva Federal intervino con la promesa de tasas bajas y una válvula abierta de liquidez.
“Eso les dio a quienes formaban parte del mercado la seguridad de que ante la volatilidad del mercado, habría una gran fuerza de impulso, y la liquidez puede ser una salvación para la mayoría de las heridas económicas”, dijo Keith Buchanan, gerente de cartera de Globalt Investments.
La combinación de dinero fácil y un cambio abrupto en la actividad económica que favoreció el comercio digital, la comunicación, la educación y la actividad empresarial dio a las empresas de tecnología, tanto a startups como a grandes empresas, un viento de cola inesperado.
“Hay empresas que se han quedado sin competencia, que se han beneficiado de los embargos que sufrieron los pequeños comercios”, dijo Chuck Collins, director del Programa sobre Desigualdad y Bien Común del Instituto de Estudios de Política. “Wall Street está haciendo grandes apuestas sobre quiénes serán los ganadores que saldrán de la pandemia, y hay un grupo de empresas que han cosechado ganancias inesperadas”, agregó.
Entre los beneficiarios de la economía que surgió a partir de las órdenes de quedarse en casa están muchas de las compañías que realizaron ofertas públicas de venta (OPVs), que salieron este año a cotizar al mercado, como Airbnb y DoorDash, como así también los principales ejecutivos de estas y otras nuevas compañías en la bolsa de alto valor, como la empresa de datos de almacenamiento en la red Snowflake. Estas empresas se encuentran entre la nueva generación de multimillonarios de 2020.
En 2020, 217 empresas salieron a bolsa y recaudaron un poco más de 78,000 millones de dólares, un hito no registrado desde 2004, dijo Kathleen Smith, directora de Renaissance Capital, una firma de inversión e investigación que desarrolló un índice de OPV.
“Los rendimientos de las empresas que han hecho una oferta pública de venta han animado a muchas otras empresas a salir a la bolsa”, dijo Smith, y agregó que un fondo de inversión cotizado que creó su firma para rastrear el rendimiento de ese índice ha subido un 120% en el año. “Si los inversores ganan dinero, volverán por más”, dijo.
A algunos les preocupa que este torrente de dinero en el sector tecnológico venga a expensas de las pequeñas empresas de Estados Unidos y advierten sobre los riesgos de concentrar el poder económico en una base más pequeña.
“Tienes estos grandes grupos de capital que buscan los mayores rendimientos, las mayores jugadas; no están interesados en las pequeñas empresas, no están interesados en la economía real. Sólo están tratando de obtener los mayores beneficios”, dijo Collins. “Creo que veremos la implosión de los pequeños negocios de los vibrantes distritos comerciales a menos que volvamos a invertir en nuestras empresas locales”, agregó.
Las empresas con menos de 500 empleados aportan casi dos tercios de los puestos de trabajo del país y han tenido dificultades para financiar sus operaciones de una manera que no han enfrentado las grandes compañías.
“Estamos viendo una bifurcación entre las corporaciones multinacionales y lo que viven a nivel económico los pequeños comercios sobre terreno”, dijo Buchanan, señalando que el aumento en los cierres temporales de negocios se está volviendo permanente. “Los cierres benefician a las grandes corporaciones desde el punto de vista de su participación en el mercado, pero eso no ocurre de modo aislado”, dijo. “Hay una desigualdad corporativa que siempre ha estado presente, pero que ahora ha empeorado mucho”, explicó.
Esa desigualdad amenaza con socavar la competencia sana en el mercado, tanto ahora como en el futuro, a medida que cada vez más empresas pequeñas y medianas se vean obligadas a cerrar sus puertas y se acelere la consolidación. “Creo que es un indicador realmente preocupante de que ciertas empresas tendrán un mayor poder de monopolio”, dijo Collins.
La brecha entre los que tienen y los que no tienen entre las familias estadounidenses también se ha ampliado por la pandemia y se verá agravada por la pérdida de empleos en los pequeños comercios.
Si bien los fondos de pensiones y los planes de jubilación se encuentran entre los beneficiarios del aumento de las valoraciones, los estadounidenses que no están en el mercado, aproximadamente la mitad de la población del país, se han perdido las ganancias.
“Los que no son inversores y no tienen ahorros que les permita sacar un provecho de esto, esas personas no se han beneficiado”, dijo Smith.