Mientras el presidente estadounidense Joe Biden viajaba en la noche del domingo 8 de enero de 2022 desde El Paso, Texas, hacia Ciudad de México, 10 personas eran rescatadas por miembros del Instituto Nacional de Migración. Debido a fuertes corrientes de agua, quedaron varadas sobre rocas del Río Bravo, al intentar cruzar la frontera con Estados Unidos.
Pese al endurecimiento de las políticas migratorias y a las recientes medidas disuasorias anunciadas por Biden y su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), miles de personas siguen intentando cada día llegar a EE. UU.
“Los factores de empuje que fuerzan a los migrantes a salir de sus hogares son mucho más fuertes que cualquier intento disuasivo. El hambre, la amenaza de los grupos criminales o de Gobiernos represivos siguen existiendo y son más fuertes que cualquier barrera”, asegura Adam Isacson, encargado de temas de seguridad fronteriza en el centro de investigación sobre derechos humanos en las Américas WOLA.
Millones anuales para los delincuentes
Según el reporte de 2022 del Grupo de Acción Financiera (GAFI), un organismo intergubernamental contra el lavado de dinero y otros delitos, dos tercios de las personas que en 2019 cruzaron de forma irregular de México hacia EE. UU. fueron “guiadas o acompañadas por traficantes de migrantes”. El resultado: un negocio millonario.
La Oficina Contra las Drogas y el Delito de Naciones Unidas (UNODC) estima que, en dos de las principales rutas de tráfico de migrantes, de África hacia Europa y de América del Sur hacia América del Norte, se generan alrededor de 6.750 millones de dólares anuales para los delincuentes que operan en esas regiones.
De acuerdo con un estudio del Consejo Nacional de Población de México los migrantes pueden pagar entre 5.000 y 9.600 dólares por su travesía en ese país y otros 2.200 dólares para el cruce de la frontera acompañados de un guía.
México y Colombia, dos pasos cruciales
“El tráfico de personas era una actividad que realizaban los ‘polleros’ pero, con el tiempo, los grupos del crimen organizado encontraron que los migrantes podían ser una fuente de ingresos”, indica el consultor en seguridad David Saucedo, en entrevista con DW desde México.
Isacson agrega que los grupos del crimen organizado, a su vez, dependen de su relación con agentes estatales corruptos. “En casi cada parte de la frontera el migrante o su ‘pollero’ tiene que pagar a los grupos del crimen organizado un derecho ‘de piso’ o de tránsito, y esos grupos pagan sobornos a agentes del Estado. Son muy pocos los migrantes que logran hacer el recorrido sin la participación del crimen organizado”, concluye el experto en seguridad fronteriza.
El cartel de Sinaloa, el de Jalisco y los Zetas son algunos de los que figuran detrás del tráfico de migrantes. Según Saucedo, en la mexicana ciudad Juárez, son frecuentes los enfrentamientos entre los Mexicles (brazo armado del cartel de Sinaloa) y la Línea, (que trabaja con el cártel de Juárez), para capturar el manejo de las caravanas migratorias.
En Colombia, el panorama no es muy diferente. Según Jeremy McDermott, director en Colombia del centro de estudios sobre seguridad InSight Crime, hay dos organizaciones detrás del tráfico de migrantes en el país: el Tren de Aragua, una megabanda que trata principalmente con migrantes venezolanos, y las autodefensas Gaitanistas o Clan del Golfo.
Víctimas de las organizaciones criminales
“Los migrantes son extremadamente vulnerables a la explotación y el reclutamiento por parte del crimen organizado. La violencia de género está muy generalizada, al igual que la extorsión y el robo”, explica McDermott a DW. Solo entre abril del 2021 y mayo del 2022, Médicos sin Fronteras atendió a 420 mujeres y hombres por casos de violencia sexual durante su paso por el Darién.
En México, de acuerdo con Saucedo, hay diferencias entre los riesgos según las nacionalidades. “Con los mexicanos, lo que quieren estos grupos es tener una renta, entonces los dejan pasar porque saben que van a ir y volver dos o tres veces al año”. Sin embargo, “los centroamericanos, cubanos o haitianos, que difícilmente van a regresar a México, es más frecuente que sean víctimas de otros delitos como explotación sexual y secuestro con fines económicos, o para labores de mano de obra esclava”, dice.
Isacson asegura que, según la información recogida por WOLA, en el caso del tránsito por Centroamérica, “no son tan frecuentes los secuestros u otros asaltos violentos”, pero sí “los sobornos por parte de autoridades”.
Cifras récord de migración y muertes
Según registros del Departamento de Seguridad de EE. UU, el país cerró el 2022 con números históricos de migración irregular. Las patrullas fronterizas reportaron un promedio diario de 6.300 encuentros con migrantes indocumentados en el año fiscal 2022 (hasta septiembre). UNODC estima, sin embargo, que las entradas irregulares anuales a EE. UU. alcanzan los 3 millones: más de 8.200 personas cada día.
Las muertes de migrantes en el cruce de fronteras también alcanzaron sus máximos, con 830 solo del lado estadounidense. En las estadísticas del proyecto “Missing Migrants”, de la Organización International para las Migraciones (OIM), las muertes y desapariciones el año pasado fueron 521 en la frontera entre EE. UU. y México y 195 en la ruta de Cuba a EE. UU.
El informe indica que la violencia en ruta es la segunda causa más común de muerte en el cruce por México, y representa más del 10 por ciento de las muertes y desapariciones totales de migrantes registradas desde 2014 en las Américas.
Pero, en opinión de David Saucedo, el impacto del tráfico de migrantes y la violencia que sufren es difícilmente medible si se considera que no tienen la confianza para denunciar porque ellos mismos están cometiendo un delito y se exponen a ser deportados. Y a esto se suma la corrupción de las instituciones del Estado: “Muchos miembros del Instituto Nacional de Migración están con las redes de tráfico, entonces una denuncia ante ellos es una sentencia de muerte”. (rml)
Autor: Valentina Obando
DW