Elon Musk lleva semanas preocupado por la menguante cantidad de personas que leen sus tuits. Esta obsesión le ha llevado a tomarse en serio los comentarios de cuentas de derechas que dicen estar vetadas silenciosamente en Twitter. Musk puso su cuenta en privado para comprobar la hipótesis, y convocó una reunión con ingenieros de la compañía para encontrar respuestas.

Según Platformer, el dueño de Twitter dijo a sus empleados que era “ridículo” que sus tuits “solo tengan decenas de miles de impresiones” cuando lo siguen más de 100 millones de usuarios. Los empleados investigaron si había una restricción artificial que explicara la caída de visibilidad de Musk, pero al no encontrarla, un ingeniero se atrevió a sugerir otra explicación: en abril, la popularidad de Musk estaba en máximos históricos, con un interés de 100 en la escala de Google Trends; pero en el momento de la reunión, su popularidad estaba en 9. Simplemente había dejado de interesar tanto al público.

Según Platformer, Musk no se tomó bien la respuesta y despidió al ingeniero diciéndole: “estás despedido, estás despedido”.

Han pasado siete semanas desde que Elon Musk decidió que las impresiones de los tuits fueran públicas para demostrar que Twitter está “mucho más viva de lo que puede parecer”. El efecto conseguido es el contrario, ya que la mayoría de los tuits llega a muy pocas personas, y el uso de Twitter ha disminuido hasta un 9% en Estados Unidos, según un estudio reciente.

Pero sobre todo no ha conseguido traer de vuelta a los anunciantes que abandonaron Twitter tras la compra de Musk. La inversión en publicidad ha caído un 70% en la red social, según Standard Media Index, y la estrategia de Musk para aumentar los ingresos está muy enfocada en Twitter Blue, su suscripción para usuarios de 8 dólares al mes. El problema es que Twitter Blue solo tiene 290.000 suscriptores, y con esas cifras Musk no recuperará la inversión de 44.000.000.000 millones de dólares hasta dentro de 1600 años.

Gizmodo