WASHINGTON.- La campaña presidencial en Estados Unidos quedó conmocionada y teñida por la violencia luego de que una persona disparó varias veces un arma en un acto de Donald Trump, que se tomó una oreja y fue rápidamente protegido por agentes del Servicio Secreto, que lo sacaron del escenario en medio de una escena caótica. Con una oreja ensangrentada, Trump bajó del escenario con un puño en alto. “¡Luchen!¡Luchen!”, pareció decirle a la multitud.
Trump le hablaba a a una multitud en un acto de campaña en Butler, Pensilvania, cuando se escucharon varios disparos. Trump, quien usaba una de gorra roja con su slogan “Make America Great Again”, se tomó una oreja y se agachó mientras varios agentes del Servicio Secreto se apresusaron a cubrirlo. Unos segundos después, Trump se puso de pie y dejó el escenario rodeado por los agentes.
El tiroteo conmocionó a Estados Unidos en el arranque de la campaña presidencial. Trump había quedado en un segundo plano en las últimas semanas, cuando la atención mediática estuvo casi exclusivamente sobre el presidente, Joe Biden, la crisis de su campaña, su cruzada para salvar su candidatura y las divisiones a cielo abierto entre los demócratas.
Pero el acto de campaña de Trump en Pensilvania era el prólogo de una semana de enorme importancia para su campaña: a partir del lunes, los republicanos se reúnen en Milwaukee, Wisconsin, para coronarlo una vez más como su candidato presidencial en la Convención Nacional Republicana, que por tercera vez consecutiva será un verdadero Trumpfest, una congregación más acorde a la de un culto con devoción infinita por su líder que a un partido político. Antes de la convención, Trump tenía previsto revelar a su compañero de fórmula, la decisión más crítica que debe tomar antes de la elección presidencial del 5 de noviembre.
Todo quedó ahora trastocado de una manera impensada por un ataque del que todavía se desconocen los detalles, incluido la identidad del agresor y sus motivos.
El ataque ocurrió en un momento de la campaña en la cual Trump parecía notablemente fortalecido, posicionado como el favorito para ganar la elección contra el presidente, Joe Biden, y regresar a la Casa Blanca. En las semanas antes del ataque de esta tarde, Trump había recorrido un sendero de buenas noticias. El muy controvertido fallo de la Corte Suprema sobre inmunidad presidencial puso un virtual punto final a su saga judicial. Y, a diferencia de 2020, cuando la pandemia del coronavirus arrasó con el mundo y su reelección, el foco de la campaña ahora estaba puesto sobre Biden, su salud mental, su vitalidad y su capacidad para cargar con el peso de la presidencia de Estados Unidos otros cuatro años. Trump y su campaña querían que la elección fuera un referendo sobre Biden, y no sobre Trump. De momento, lo han conseguido.
Pese a haber sido declarado culpable por un jurado en Nueva York –que lo convirtió en un “criminal convicto”–, sus otras tres causas judiciales, el asalto trumpista al Congreso del 6 de enero de 2021, sus acusaciones falsas de fraude en la elección de 2020, los dos impeachment durante su presidencia y la larga lista de polémicas que acumuló en su carrera política y, antes, como empresario, Trump estaba en una posición inmejorable para lanzar su última ofensiva en la recta final de la pelea por la Casa Blanca. El ataque ahora sacudió y conmocionó a un país profundamente dividido en medio de una campaña áspera que ahora quedó hundida en una incertidumbre inédita por la violencia.
Rafael Mathus Ruiz