Sergio Pérez está jugando con fuego y corre un riesgo muy serio de quemarse. El mexicano está a punto de acabar con la paciencia de los responsables que manejan Red Bull, que, todo sea dicho, tampoco pasan por ser los ejecutivos más magnánimos del Mundial de Fórmula 1. Con eso en mente, si tenemos en cuenta la experiencia previa con quienes más recientemente ocuparon su lugar, casi se puede pensar que el mexicano está corriendo de regalo. Eso es lo que deben pensar pilotos como Pierre Gasly o Alexander Albon, defenestrados en su día por Helmut Marko y Christian Horner. Los responsables del equipo del búfalo rojo exigen a sus corredores esos estándares de excelencia que ni ellos mismos son capaces de alcanzar, como quedó probado tras el turbio episodio protagonizado por ambos en este arranque de campeonato. Pero eso es otra historia. Hasta que no haya un cataclismo, el desfasado expiloto austríaco y el presuntuoso directivo británico disponen de la guillotina que antes ya ha caído sobre otros. Ahora pende sobre Pérez, que ya está advertido de lo imprescindible que es un punto de inflexión inmediato en su rendimiento, si quiere cumplir los dos años de contrato que le quedan tras la renovación anunciada hace solo unos meses.
De los cuatro cursos que lleva como compañero de Max Verstappen, este es sin duda el peor de todos a nivel de estadísticas. A pesar de la desaparición del colchón que tuvo el monoplaza energético en los dos últimos ejercicios, Verstappen sigue cómodamente colocado al frente de la tabla, con 76 puntos de margen sobre Lando Norris, el segundo. Para encontrar a Checo hay que bajar la mirada hasta la séptima plaza, en la que figura con 124 puntos en su casillero, menos de la mitad de los que posee su vecino de taller (265 puntos). Tiene suerte el centroamericano de que ‘Mad Max’ no ha sido capaz últimamente de recolectar tantos puntos como, por ejemplo, en 2023, cuando, a estas mismas alturas de la película, acumulaba 74 puntos más.
Tras un buen arranque al nivel que se le supone, con cinco podios en las seis primeras paradas del calendario, en las que sumó un total de 103 puntos, Pérez solo se llevó 21 puntos más en las siete siguientes. Un fortísimo accidente en la primera vuelta del Gran Premio de Mónaco dio el pistoletazo a una caída en picado que le llevó a tocar fondo el sábado pasado, en Hungría, donde volvió a estrellarse contra las barreras durante la primera criba de la cronometrada, circunstancia que le obligó a tener que comenzar el 16º el domingo. Era el segundo evento consecutivo en el que no conseguía superar la previa de la previa (Q1). La remontada que llevó a cabo durante la prueba –terminó el séptimo– no es un argumento con el suficiente peso como para librarle del escrutinio al que se está viendo sometido este fin de semana, en Bélgica, una carrera decisiva para su futuro según afirman en los despachos de Red Bull. Hay varios nombres, como los de Yuki Tsunoda, Daniel Ricciardo o incluso el joven Liam Lawson, que afirman estar listos para subirse al RB20 en caso de que se tome una decisión drástica. En un circuito histórico como el de Spa, Checo tiene una buena oportunidad de irse de vacaciones algo más tranquilo. Comenzará el segundo, por detrás de Charles Leclerc, tras igualar su mejor posición de salida del año (Japón y China) y favorecido por la sanción de diez posiciones impuesta a Verstappen, que recurrió al quinto motor y partirá el undécimo. Carlos Sainz lo hará el séptimo y Fernando Alonso, el octavo.
A Pérez siempre se le ha definido como un ‘carrerista’, un piloto de esos que ofrece su mejor versión los domingos. Lo que ocurre es que, con McLaren y Mercedes recuperándole el terreno perdido a Red Bull, la posición de parrilla ha adquirido más importancia de la que tenía hasta ahora. “Eso es algo que tiene que cambiar. Diría que esta [Hungría] fue la mejor carrera de Checo desde la de China –finalizó el tercero–. Este resultado tiene que servirle para coger confianza. Si hubiera salido más adelante, seguro que habría sido incluso más competitivo”, comentó Horner, menos directo que Marko, cuando se le preguntó por la hoja de ruta a seguir en lo relativo a la alineación de pilotos a medio plazo. “Seguimos con el planteamiento que teníamos. El lunes después de Spa volaré a Gran Bretaña para discutir con Horner sobre qué haremos”, soltó el austríaco ante los micrófonos de ORF, la televisión que posee los derechos de retransmisión en su país, en una declaración que casi suena más bien a amenaza.
El País