Tras su inesperado paso a segunda vuelta y el amplio triunfo en el balotaje, con el 60 %, Bernardo Arévalo debió sortear un agitado camino hasta asumir como presidente de Guatemala. Fueron casi 150 días de incertidumbre, acusaciones y acciones de jueces y parlamentarios que intentaron impedir la toma de posesión, en lo que el líder del Movimiento Semilla, de línea socialdemócrata, calificó de intento de golpe de Estado.

Con el respaldo de movimientos sociales e indígenas y de jóvenes, finalmente fue investido como máxima autoridad de la nación, el 15 de enero de 2024. “No permitiremos que nuestras instituciones se dobleguen otra vez ante la corrupción y la impunidad”, anunció. ¿Qué fue de esta promesa del mandatario, qué aciertos y fracasos ha tenido en este período?

El historiador Carlos Haas, docente de la Universidad Ludwig Maximilian, de Múnich, dice a DW que “el primer gran logro de Arévalo es haber conseguido tomar posesión y mantenerse en el cargo, en medio de tantos ataques de sus enemigos políticos. Eso ya significa mucho para Guatemala”.

“Muchos de los guatemaltecos han perdido un poco su confianza en las instituciones y en la democracia después de los gobiernos de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei. Con Arévalo se tiene la oportunidad de restablecer esa confianza. No es un corrupto”, señala a DW Markus Hochmüller, profesor visitante en Ciencias Políticas en el Instituto de Estudios Latinoamericanos (LAI) de la Universidad Libre de Berlín.

Con ello concuerda Haas: “Había una pérdida total de la confianza en todos los niveles y Arévalo ha logrado que esto cambie un poco. Nuevos gobernadores y gobernadoras están haciendo un trabajo diferente, van a las comunidades”.

Otro acierto, en opinión de Hochmüller, es que Arévalo “nombra claramente el problema de los poderes fácticos, el pacto de corruptos dentro del Congreso y el sector jurídico, y se ha comprometido a combatir estas estructuras, por ejemplo, mediante una comisión presidencial contra la corrupción”.

Seguridad y derechos humanos

“Después de muchos años, Arévalo es el presidente más comprometido con la democracia en Guatemala, no gobierna con ideas autoritarias, y eso es algo muy positivo para América Latina”, destaca Hochmüller.

Asimismo observa mejoras en temas de seguridad y baja en las tasas de homicidios. Si bien es un descenso leve (de 16,7 homicidios por cada cien mil habitantes en 2023, a 16,1 en 2024), esa cifra marca una tendencia positiva.

En diálogo con DW, el abogado Carlos Juárez, del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) de Guatemala, destaca la sensibilidad de Arévalo respecto a los derechos humanos y su “actitud de resaltar que el conflicto armado sigue generando traumas en la sociedad y es importante hablar de los derechos humanos y no optar por políticas de impunidad y olvido como lo hicieron gobiernos anteriores”.

Alianzas: entre fragilidad y oportunidad

Uno de los obstáculos del presidente guatemalteco Arévalo, sin embargo, es que el Movimiento Semilla es un partido joven, pequeño, de poca experiencia y mayoritariamente capitalino. De ahí las dificultades para encontrar a personal idóneo para los cargos a nivel municipal, departamental y de gabinete, y lo que explica también varias renuncias y cambios en el camino.

Asimismo, no tiene mayoría en el Congreso, por lo que “cambiar leyes o pensar en nuevas leyes es muy difícil. Necesita buscar alianzas, en algunos casos con representantes del sistema anterior, lo que supone un gran obstáculo y puede tener un costo para su credibilidad y sus promesas electorales”, agrega Haas.

“Solo tiene 23 diputados de 160. Las dificultades para avanzar más rápido en la ruta legislativa ponen a su vez en riesgo la frágil alianza entre grupos de la población, que pueden perder la confianza en este gobierno”, advierte Hochmüller.

No obstante, Juárez destaca que, “a pesar de que a los principales actores del gobierno les ha pasado factura la poca experiencia política, pudieron ganar algunas batallas en el organismo legislativo, como la ampliación presupuestaria del año pasado y la aprobación de este presupuesto, que es una herramienta que le permite impulsar sus políticas de gobierno”.

Consuelo Porras: el reto de combatir la corrupción

El mayor reto, reconocen los expertos, es el combate a la corrupción, que según el abogado del GAM incluye modernizar el sistema de administración pública, fortalecer a sus funcionarios e impulsar políticas anticorrupción.

Arévalo carga la gran deuda de no haber cumplir la promesa que mantuvo en campaña de destituir a la fiscal general del ministerio público, Consuelo Porras, además de otros funcionarios altamente cuestionados y sancionados internacionalmente.

En el cargo desde 2018, Porras fue nombrada en períodos sucesivos por Morales y Giammattei, también involucrados en casos de corrupción, y ha perseguido a exfiscales, jueces y periodistas, que se han visto obligados a salir al exilio. “Por la Constitución, el presidente no puede cambiar inmediatamente a la fiscal general. Quisieron cambiar la ley, pero en primer lugar hay que notar que Arévalo están cumpliendo la ley existente”, sostiene Haas.

Hasta ahora, las gestiones políticas no han tenido éxito, y Arévalo podría tener que resignarse a esperar que la fiscal termine su período en 2026. “Están en una batalla frontal y hasta el momento Porras va ganando, lo que es muy preocupante. Esto ha debilitado la imagen del presidente”, advierte Juárez. No obstante, “tiene un aliado muy importante, que es la comunidad internacional. En la Unión Europea y la OEA cuenta con respaldo y podrían venir apoyos desde estas instancias”, agrega el abogado.

Altas expectativas, ¿grandes desilusiones?

“Arévalo no ha cumplido con las expectativas. Lamentablemente ha enfrentado muchos desafíos. Sin embargo, hay batallas que se han ganado, pero también serios desafíos que debe retomar en este segundo año”, plantea Juárez. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos es uno de ellos, que suma incertidumbre con los anuncios de anexiones en la región y el tema migratorio.

Deberá reforzar el combate a la corrupción y a la impunidad, apunta Hochmüller: “En el día a día la gente ve que el sistema judicial y la policía no se ocupan de sus necesidades y eso empeora la confianza en las instituciones”.

“Las expectativas de mucha gente eran muy altas. Era claro que jamás iba a cumplirlas todas y que iba a haber mucha desilusión”, observa Haas. A pesar de los fracasos, el historiador considera que el presidente guatemalteco va por buen camino: “Este gobierno es una señal de dignidad después de tantos años de corrupción e impunidad de gobiernos del pacto de corruptos. Y eso da mucha esperanza”.

“Hay que tenerle confianza y darle apoyo a alguien tan comprometido con la democracia, sobre todo si vemos las tendencias en América Latina y el mundo hacia el autoritarismo, pero los poderes fácticos y el estado cooptado del sistema jurídico son un gran reto”, concluye Hochmüller.

(cp)

Autor: Victoria Dannemann

DW