Claudia Sheinbaum ha salido al paso este lunes de los rumores sobre la posible renuncia del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, difundidos en redes sociales durante el fin de semana. La presidenta electa, que tomará posesión del cargo el 1 de octubre, ha defendido en una breve comparecencia ante la prensa desde el asiento de copiloto de un coche que el polémico responsable de la dependencia permanecerá en su puesto. “Se queda, se queda. Por lo pronto, se queda”, ha asegurado Sheinbaum a través de la ventanilla bajada del vehículo.

Sheinbaum fue interceptada por un grupo de reporteros camino del aeropuerto, donde ha tomado un avión junto con el presidente en funciones, Andrés Manuel López Obrador, para recorrer Coahuila y Tamaulipas durante la jornada. Ante las cámaras, ha declarado: “Esta mañana me reuní con el fiscal general, con el doctor Alejandro Gertz Manero, y fue muy buena reunión. Como ustedes saben, la autonomía de la Fiscalía es fundamental, pero yo he estado planteando la coordinación y él está de acuerdo. Nos estamos poniendo de acuerdo para ver cómo fortalecer la coordinación en el gabinete de seguridad, con la Secretaría de Seguridad Ciudadana”.

Durante el fin de semana, en algunos perfiles de la red social X, antes Twitter, se movió la fotografía de una carta supuestamente firmada por López Obrador, que hablaba con faltas de ortografía de “la posible remoción del fiscal general de la República por motivos de salud”. Gertz Manero, de 84 años, tuvo que ausentarse por una operación médica en 2023, situación que ameritó una discusión sobre su continuidad. La carta apócrifa del fin de semana ha revitalizado estos rumores, pero las declaraciones de Sheinbaum tratan de zanjar el asunto.

En la misiva, se lee que el presidente podría solicitar al Senado la elección de un nuevo fiscal, y pide “un informe detallado” sobre “alguna irregularidad fiscal o financiera” de una lista de nombres, posibles sustitutos, entre los que están Arturo Zaldívar, expresidente de la Suprema Corte y uno de los grandes responsables de la reforma judicial, además de Ricardo Monreal u Olga Sánchez Cordero, entre otros.

La relación entre el futuro Gobierno de Sheinbaum y Gertz Manero ha sido una de las grandes incógnitas de los últimos meses, desde que la presidenta electa ganó en los comicios del 2 de junio, con una mayoría abrumadora. Gertz, verso libre, pero cercano a López Obrador, ha guardado silencio desde entonces y las especulaciones han volado a su alrededor. La figura del fiscal general, en el cargo desde enero de 2019 y, salvo causa mayor, hasta el mismo mes de 2028, será fundamental en la estrategia de seguridad de Sheinbaum, todavía poco definida de cara al electorado, pero de la que ya ha dejado esbozos que apuntan al continuismo con las políticas de López Obrador, como la militarización de las labores civiles y la no confrontación con los cárteles.

Consciente de la gran importancia del fiscal para la estrategia de seguridad, Sheinbaum lo ha cortejado en público con palabras conciliadoras y, según sus colaboradores cercanos, se reunió con él en privado tras su victoria en las urnas. Gertz, sin embargo, no ha abierto la boca todavía, aunque en el interior de Morena se asegura que está dispuesto a colaborar. En los últimos años, Gertz Manero ha optado por un perfil más discreto, después de varios escándalos mediáticos que mellaron su imagen. Acusado de tortura, de torpedear las investigaciones del caso Ayotzinapa, de utilizar su puesto y su peso político para sus intereses —ya sea en sus negocios en la Universidad de las Américas A.C., en la batalla legal contra su familia política, o en su enriquecimiento personal con viviendas de lujo en el extranjero— Gertz sigue siendo, a pesar de todo, una pieza clave para el nuevo Gobierno.

En la comparecencia de prensa desde el coche, de cinco minutos, Sheinbaum ha hablado también de Sinaloa, los problema de violencia en Culiacán y la figura del gobernador, Rubén Rocha: “Él tenía pensado que a lo mejor venía al Congreso de Morena, como los otros gobernadores y gobernadoras, pero finalmente tomó la decisión de quedarse en Sinaloa por la situación que está viviendo su Estado”. Sheinbaum se refería a la guerra intestina entre dos facciones del Cártel de Sinaloa: la fiel a Ismael El Mayo Zambada, preso en Estados Unidos desde el 25 de julio, y Los Chapitos, los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán Loera. Ambos bandos combaten por la hegemonía del grupo criminal, uno de los más poderosos del mundo, una batalla que se ha cobrado más de 60 vidas en menos de dos semanas, además de secuestros, balaceras, desapariciones y coches en llamas por Culiacán y sus alrededores.

El País