Científicos sudafricanos comenzaron esta semana a inyectar material radiactivo a los cuernos de rinocerontes para facilitar su detección en puestos fronterizos, con lo cual esperan frenar la caza furtiva que está diezmando a estos animales protegidos.
Sudáfrica alberga cerca del 80% de la población mundial de rinocerontes blancos, calculada en menos de 13.000 ejemplares. Pero el país sufre por la caza furtiva, impulsada por la demanda en Asia, donde los cuernos se utilizan por supuestos efectos terapéuticos o afrodisiacos.
El gobierno sudafricano admitió en febrero que, a pesar de sus esfuerzos, 499 rinocerontes fueron matados en 2023, en su mayoría en los parques nacionales, un aumento de 11% comparado con el año anterior.
Chips radiactivos en los cuernos
En el llamado Orfanato de Rinocerontes, unos ejemplares jóvenes son cuidados por el impulsor de la iniciativa Rhisostope, James Larkin, investigador de la Universidad de Witwatersrand, quien coloca “dos pequeños chips radiactivos en el cuerno” y asegura que el proceso no es doloroso para los animales.
El material radiactivo implantado “hace que el cuerno sea inútil y esencialmente tóxico para el consumo humano”, explicó Nithaya Chetty, decana de Ciencias de la misma universidad.
La experta agregó que la dosis de material radiactivo es lo bastante débil para no impactar la salud del animal o su entorno.
No es fácil frenar a la caza furtiva
Los agentes fronterizos suelen llevar detectores de radiación portátiles, además de los miles de detectores instalados en puertos y aeropuertos, según los científicos.
Pero en el mercado negro, el precio de los cuernos por peso compite con el del oro o la cocaína. Por lo tanto, el descuerne de los rinocerontes y su envenenamiento no han logrado disuadir a los cazadores furtivos, asegura Arrie Van Deventer, fundador del orfanato.
“Quizás esto acabe con la caza furtiva. Es la mejor idea que he oído”, dice el protector de rinocerontes blancos.
Pruebas para revisar la salud del animal
James Larkin perforó cuidadosamente un pequeño agujero en el cuerno donde introdujo el radioisótopo y terminó rociando 11.000 micropuntos sobre todo el cuerno.
La última fase del proyecto consistirá en tratar al animal siguiendo su estado de salud, tomando muestras de sangre para asegurar que los animales estén protegidos.
El material permanece cinco años en el cuerno tratado, lo cual resulta menos costoso que descornar cada 18 meses, asegura Larkin.
JU (afp, Universidad del Witwatersrand)