Las personas los suelen confundir como si se tratara de dos nombres que definen a la misma afección. Pero el ataque de ansiedad y el ataque de pánico son trastornos distintos.

Comparten varias señales de alerta, pero saber diferenciarlos puede acelerar la búsqueda de ayuda, diagnóstico y tratamiento adecuados, para que no lleguen a afectar distintos niveles de la vida cotidiana.

Las principales señales físicas que comparten son:

Dolor en el pecho
Dificultad para respirar
Palpitaciones
Náuseas
Sudoración excesiva
Escalofríos
Dolor de cabeza y mareos
Temblores

Aunque tienen en común la sensación de miedo, los diferencia ciertas señales emocionales:

En los ataques de ansiedad hay: inquietud, angustia, recelo.

En los ataques de pánico hay: temor a perder el control, sensación de desapego (de uno mismo o de los entornos en donde hay otras personas)

Con tantos síntomas en común, hay que conocer claramente las diferencias, una de las más críticas es que el ataque de ansiedad suele comenzar frente a un “disparador”, puede ser una situación de alto estrés como el exámen final previo a la graduación, una audiencia de divorcio, el acto inesperado de hablar ante una audiencia, o la súbita pérdida de alguien profundamente querido.

Sin embargo, el ataque de pánico aparece de repente, de un segundo para otro, en apariencia sin una razón visible.

Entre ambas afecciones, el ataque de pánico es el que presenta los síntomas de manera más extrema, la sensación de emergencia es mucho más fuerte. La ansiedad es como que se va acumulando con el paso de los minutos, horas o incluso días, hasta que explota en forma de ataque.

Ataque de pánico
Un ataque de pánico comienza de repente y con mucha frecuencia alcanza su punto máximo al cabo de 10 a 20 minutos. Algunos síntomas pueden continuar durante una hora o más. Es posible que pueda confundirse con un ataque cardíaco.

Una persona puede vivir con un trastorno de pánico, en donde los ataque ocurren todavía de manera inesperada, pero de manera constante.

Esta sensación de que el ataque puede volver a ocurrir sin aviso, que no se pueda predecir, a menudo hace que la persona viva con miedo de otro ataque.

Los ataques de pánico pueden cambiar el comportamiento y desempeño en el hogar, el trabajo o la escuela. Las personas con este trastorno a menudo sienten preocupación acerca de los efectos de sus ataques de pánico.

Las personas con trastorno de pánico pueden abusar del alcohol u otras drogas, y pueden sentirse tristes o deprimidas.

Qué causa un ataque de pánico
El trastorno de pánico a veces se da en las familias, pero nadie sabe con certeza por qué algunos miembros de la familia lo tienen y otros no. Los investigadores han descubierto que hay algunas partes del cerebro y ciertos procesos biológicos, que juegan un papel clave en el miedo y la ansiedad.

Algunos científicos piensan que las personas con trastorno de pánico malinterpretan sensaciones corporales inofensivas como amenazas. También hay investigaciones en curso que indagan en cómo el estrés y los factores ambientales pueden desempeñar un papel.

Los ataques de pánico se caracterizan por temor a los desastres o miedo a perder el control, incluso cuando no hay un peligro real. También se puede tener una fuerte reacción física durante un ataque de pánico.

Es posible que se sienta como si se fuera a tener un ataque al corazón. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento. Muchas personas con trastorno de pánico se preocupan y temen la posibilidad de tener otro ataque.

El trastorno de pánico con frecuencia comienza a finales de la adolescencia o a principios de la edad adulta. Hay más mujeres que hombres que presentan el trastorno de pánico. Sin embargo, no todo el mundo que tiene ataques de pánico tendrá el trastorno de pánico.

Muchas personas con trastorno de pánico acuden primero a buscar tratamiento a una sala de urgencias, porque el ataque de pánico a menudo se siente como un ataque cardíaco.

Para diagnosticar El médico llevará a cabo un examen físico y una evaluación psiquiátrica.

Se harán exámenes de sangre. Se deben descartar otros trastornos médicos antes de poder diagnosticar un trastorno de pánico. También se deben considerar los trastornos relacionados con el abuso de sustancias, dado que los síntomas pueden parecerse a ataques de pánico.

Tratamiento del pánico
El objetivo de la terapia es ayudar a desempeñarse bien durante la vida diaria. Una combinación de medicamentos y psicoterapia funciona mejor.

La psicoterapia (terapia conductual cognitiva) puede ayudar a comprender los ataques de pánico y enseñar cómo superarlos. Durante la terapia se aprenderá a:

Entender y controlar puntos de vista distorsionados de estresantes cotidianos, como el comportamiento de otras personas o los hechos de la vida.

Reconocer y reemplazar los pensamientos que causan pánico y disminuir la sensación de sentirse indefenso.
Manejar el estrés y relajarse cuando se presenten los síntomas.

Imaginar las cosas que causan la ansiedad, comenzando con la menos temida. Practicar en una situación de la vida real para ayudar a superar los miedos.

Ciertos medicamentos, generalmente utilizadas para tratar la depresión, pueden ser útiles para este trastorno. Funcionan previniendo los síntomas o haciéndolos menos intensos. Hay que tomarlos tal cual se recetan para que logren el efecto terapéutico necesario.

Ataque de ansiedad
Ocasionalmente, la ansiedad puede ser parte de un momento de la vida. Se puede sentir ansiedad cuando se avecina un examen, al momento de casarse, frente a un problema en el trabajo o con la familia.

Este tipo de ansiedad puede definirse como un momento de nervios, y se supera una vez que se resuelve el conflicto.

Sin embargo, si la ansiedad se convierte en una constante, que afecta seriamente la vida familiar, las relaciones y el trabajo o las tareas cotidianas, puede tratarse de un desorden de ansiedad, que es una afección bien distinta.

La Asociación Americana de Psicología (APA) explica que el término desorden de ansiedad es un paraguas bajo el cual se encuentran distintos tipos de trastornos. Entre ellos:

Agorafobia. Miedo a los espacios abiertos, encuentro sociales al aire libre, por ejemplo, en los que la persona se siente insegura y vergonzosa. Por eso, busca evitar esos lugares, y en su forma extrema, la fobia le impide salir de su hogar.

Ansiedad generalizada. Se presenta cuando la persona simplemente teme a todo y a cada situación de vida, incluso pequeñas actividades como ir al supermercado, le genera ansiedad. Este tipo de desorden de ansiedad suele venir acompañado con depresión.

Ansiedad por condición médica. Ocurre cuando la persona siente una intensa sensación de ansiedad a causa de un diagnóstico médico. Esta reacción psicológica puede no estar asociada solo a una enfermedad grave como la noticia sobre un cáncer. Un trastorno menor puede dispararla.

Desorden de pánico. Se trata de episodios súbitos de pánico en los cuales la persona pierde el control de sí misma. Le cuesta respirar y presenta un miedo incontrolable. Genera efectos físicos inmediatos: dificultad para respirar y taquicardia, y ganas de vomitar, entre otros.

Fobia social (o trastorno de ansiedad social). La persona no tolera estar en ningún tipo de situación social, especialmente las que convocan a muchas personas. Teme ser observada, juzgada o ser objeto de burlas.

Desorden de ansiedad por separación. Se presenta en niños, que suelen sentir niveles excesivos de ansiedad cuando se deben alejar de sus padres para actividades cotidianas, como ir a la escuela.

Ansiedad por adicción. Ocurre en personas que sufren adicción a drogas. La ausencia de la droga, por ejemplo durante la rehabilitación, genera el síndrome de abstinencia que causa ansiedad.

Fobias específicas. Por ejemplo, el miedo a volar, a las alturas, a animales determinados como arañas, serpientes, e incluso perros, a la sangre, a las inyecciones.

Qué causa un desorden de ansiedad
No se conocen las causas directas que desencadenan estos trastornos.

Investigadores están aprendiendo que son hereditarios y que tienen una base biológica, al igual que las alergias, la diabetes y otros trastornos.

Los trastornos de ansiedad pueden desarrollarse a partir de un conjunto complejo de factores de riesgo, que incluyen la genética, la química cerebral, la personalidad y los acontecimientos que se experimentan a lo largo de la vida.

Tratamiento de la ansiedad
La medicación y la terapia generalmente se combinan para tratar este tipo de trastornos.

La terapia conversacional es un buen paso para las personas que presentan un diagnóstico de desorden de ansiedad. También la terapia cognitiva, que enseña al paciente recursos y formas de redireccionar la ansiedad, y tenerla bajo control.

Esta terapia también ayuda al paciente a desarrollar y practicar habilidades sociales, un paso esencial para que la vida se encarrile.

La medicación no cura los desórdenes de ansiedad, pero si ayuda a mejorar los síntomas. Las siguientes son las tres familias de drogas que se utilizan para tratar la ansiedad:

Medicamentos anti ansiedad. Ayudan a reducir los síntomas de ansiedad, ataques de pánico, y los miedos incontrolables vinculados a la ansiedad. Los más populares que alcanzan estos objetivos son las benzodiazepinas

Uno de los problemas con este tipo de medicamentos es que las personas que los consumen pueden desarrollar tolerancia a lo largo del tiempo, lo que obliga a usar dosis más altas. Esto puede generar dependencia.

Para prevenir este efecto indeseado, los médicos suelen recetarlos por cortos períodos de tiempo.

Como una medicación potencialmente adictiva, deben dejar de consumirse paulatinamente, para evitar el sindrome de abstinencia, y que la ansiedad regrese.

Antidepresivos. Estos medicamentos también pueden ayudar a tratar la ansiedad. Se ha comprobado que tienen la capacidad de controlar ciertas reacciones químicas cerebrales vinculadas al estrés y a los cambios de humor.

Betabloqueantes. El principal uso de esta familia de medicamentos es el tratamiento de la hipertensión. Pero también son eficaces para tratar los síntomas de las crisis de ansiedad, como las palpitaciones, los temblores y un síntoma que detestan las personas que sufren de ansiedad: ponerse extremadamente coloradas.

El tratamiento de desórdenes de ansiedad debe realizarse bajo el estricto control de un médico especializado.

Además de la terapia médica y psicológica, expertos aconsejan un eficaz manejo del estrés y unirse a grupos de apoyo. Aseguran que escuchar las experiencias de pares ayuda a mejorar el cuadro clínico y psicológico.

Qué puede ayudar a superar ambas afecciones
Lo siguiente también puede ayudar a reducir la cantidad o la gravedad de los ataques de pánico:

No beber alcohol
Comer a horas regulares
Hacer ejercicio regularmente
Dormir lo suficiente
Disminuir o evitar la cafeína, ciertos medicamentos para los resfriados y los estimulantes.
Como en tantas otras afecciones, los grupos de apoyo funcionan bien para confrontar a la ansiedad y al pánico. Escuchas a otras personas que han pasado o están pasando por lo mismo no solo ayuda a recibir consejos, sino a comprender que la persona no está sola.

Fuentes: NIMH, APA, Clínica Mayo, Anxiety and Depression Association of America, MedlinePlus.

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