Bitcoin es volátil e incierto. Usamos probabilidades para estimar riesgo y beneficio.
Por GUSTAVO GODOY
El precio de Bitcoin depende de la oferta y la demanda, que son variables. Esto hace que Bitcoin sea un activo muy volátil, es decir, que cambia mucho su valor en poco tiempo. Por lo tanto, invertir en Bitcoin implica un alto grado de incertidumbre, ya que no se puede predecir su comportamiento futuro. ¿Cómo podemos tomar decisiones en un contexto de incertidumbre? Una forma es usar las probabilidades, que nos indican la posibilidad de que ocurra un evento. Así, podemos estimar el riesgo y el beneficio de cada opción y elegir la más conveniente.
Las probabilidades son una forma de medir la incertidumbre. Nos permiten estimar la frecuencia con la que ocurre un evento, basándonos en la evidencia disponible. Por ejemplo, si lanzamos una moneda al aire, tenemos una probabilidad del 50% de que salga cara y otro 50% de que salga cruz. Esto se debe a que la moneda tiene dos caras iguales y no hay ninguna razón para que salga una más que otra.
Sin embargo, cuando se trata de predecir el precio de un activo financiero, como Bitcoin, las cosas se complican. No podemos lanzar una moneda al aire y esperar que nos diga si el precio subirá o bajará. Necesitamos analizar muchos factores que influyen en el mercado, como la oferta, la demanda, las noticias, las tendencias, etc. Y, aun así, no podemos estar seguros de lo que pasará, porque el mercado es impredecible y puede cambiar en cualquier momento.
Por eso, usamos las probabilidades para hacer pronósticos del precio de un activo financiero. No nos dicen lo que va a pasar, sino lo que podría pasar, según los datos que tenemos. Así, podemos evaluar el riesgo y el beneficio de cada decisión y actuar en consecuencia.
Si tenemos un dinero y queremos invertirlo, lo primero que tenemos que hacer es comprar un activo que va a subir. Pero, ¿cómo sabemos si va a subir o no? No podemos adivinar el futuro, así que tenemos que hacer un pronóstico basado en las probabilidades. Si el activo tiene una probabilidad de subir del 60% o más, podemos comprarlo con confianza. Pero si tiene una probabilidad de bajar del 60% o más, es mejor lo dejamos pasar. Así, nos aseguramos de que las chances estén a nuestro favor.
Pero cuidado, tener una probabilidad de subir del 60% no significa que el activo vaya a subir seguro. También hay un 40% de posibilidad de que baje. Y si baja después de que lo compremos, perdemos dinero. Por eso, invertir es un juego de riesgo y recompensa. El inversor inteligente, con un chance de 60%-40%, se prepara en caso de ganar y en caso de perder.
Un inversor que tiene una probabilidad de subir del 60% se podría decir que es alcista. De hecho, puede escribir en las redes sociales que es alcista. Pero automáticamente, podemos asumir que su postura no es absoluta. Porque bien sabemos que los pronósticos siempre son probables. Lo que implica que, si el precio baja, no necesariamente significa que se equivocó o no sabe lo que hace. No podemos asumir que es un mal inversor. Lo que significa es que ocurrió el comportamiento del precio más improbable.
En esto de las probabilidades, hay que entender la ley de los grandes números. Por ejemplo, sabemos que al tirar una moneda tenemos un chance del 50-50. Uno podría asumir que después de una cara vendrá una cruz. Pero eso no es siempre así. De hecho, es posible que con un chance de 50-50, tengamos 10 o más caras seguidas. Y lo mismo ocurre con un chance de 60-40. Podemos tener el chance a nuestro favor e igual tener una larga racha perdedora.
La ley de los grandes números nos dice que, a medida que aumenta el número de veces que repetimos un experimento, los resultados se acercan más a la probabilidad teórica. Es decir, si tiramos una moneda muchas veces, al final tendremos aproximadamente el mismo número de caras y cruces. Pero eso no significa que se alternen de forma regular. Puede haber rachas de un solo resultado, que son parte de la variabilidad natural del proceso.
Podríamos compararlo con un jugador de póker que tiene una mano muy buena, pero pierde contra una mano mejor. No podemos decir que jugó mal, sino que tuvo mala suerte. Lo mismo pasa con el inversor alcista. No podemos juzgarlo por un resultado aislado, sino por su desempeño a largo plazo. Y para eso, tiene que seguir usando las probabilidades y ajustarlas según la información que recibe.
Hay dos tipos de inversores: el torpe y el inteligente. El torpe invierte hechizado por un falso sentido de certeza. Piensa que es un genio y que el precio va a subir sí o sí. Con una fe impoluta, pone todos los huevos en una misma canasta y confía ciegamente en su suerte. Pero cuando el precio baja, se queda sin nada y se lamenta de su error.
El inteligente, en cambio, no piensa en absolutos. Al contrario, estudia las probabilidades. Sabe que el precio puede subir o bajar, y que nada es 100% seguro. Por eso, gestiona sus riesgos con medidas como coberturas, derivados y stop-loss. En otras palabras, se prepara para lo probable y, al mismo tiempo, para lo improbable. Mide, controla y mitiga el riesgo. Y cuando el precio sube, se alegra de su acierto. Y cuando baja, se consuela de su pérdida.
O sea, esto de invertir es mucho más complejo que simplemente escribir en las redes: “To the Moon!” Hay que ser prudente y racional. Y usar las probabilidades como una herramienta, no como una garantía. Porque el mercado es volátil e incierto. Y solo los inversores inteligentes pueden navegarlo con éxito.
No te obsesiones con comprar al precio más bajo y vender al precio más alto. Eso es como buscar una aguja en un pajar. O peor, como buscar una aguja en un pajar en llamas. Lo más inteligente es seguir la tendencia. Si el precio está alcista, compra. Si el precio está bajista baja, vende. Y si el precio se mantiene, espera. Compra cuando el precio rebota en un nivel de soporte o rompe una resistencia. Vende cuando el precio se rechaza en un nivel de resistencia o rompe un soporte. En resumen, lo más prudente es usar las probabilidades.
Cointelegraph