Probablemente los has sentido: esos dolores en músculos que ni siquiera sabías que tenías, y que aparecen después de hacer ejercicio.
Los músculos de nuestras piernas y nuestros brazos e incluso de nuestra cara -llamados músculos esqueléticos- nos permiten correr, saltar y levantar porque a nivel subcelular, estos diminutos filamentos de proteínas se deslizan entre sí colectivamente haciendo que todo el músculo se contraiga o alargue.
Y si nos esforzamos más de lo acostumbrado, hacemos un poco de daño.
Es por eso que un par de días después no podemos bajar las escaleras sin hacer muecas de dolor. Ese dolor son nuestras células reparando el daño. Y al hacerlo, los músculos se fortalecen.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué, siendo un músculo y habiendo estado involucrado en la misma actividad, el corazón no te duele?
¿Qué tiene de especial el corazón?
La respuesta, en una palabra, es: mucho, y aquí destacaremos un poco.
Empecemos por el principio… literalmente.
- Siempre latiendo
El corazón es la primera estructura que se forma en el útero.
“Al principio es básicamente un tubo”, le dice a la BBC el cardiólogo Rohin Francis.
“Ese tubo, a través de una especie de proceso de plegamiento de origami realmente sorprendente, eventualmente se convierte en el corazón maduro”.
Desde muy temprano en nuestro desarrollo embriológico, hay un corazón primitivo, que comienza a latir.
Gradualmente, a medida que nos desarrollamos en el útero, se vuelve más complejo y eventualmente forma la estructura de cuatro cámaras con la que estamos familiarizados.
Así que casi desde el momento de incepción hasta la muerte, está siempre latiendo.
Es por eso que tan temprano en los embarazos se puede escuchar ese latido del corazón que tanto conmueve a los padres.
Y eso no es lo único asombroso, cuenta el cardiólogo.
“Si pones un cultivo de células cardíacas en una placa de Petri, así sean unas pocas, no sólo comenzarán a latir espontáneamente sino que además se sincronizarán entre ellas.
“Simplemente tienen una tendencia intrínseca a latir”.
Para hacerlo, necesitan mucha energía.
- Superenergético
“En comparación con las de los músculos esqueléticos, las células cardíacas son mucho más eficientes”, explica Francis.
“Tienen un suministro más denso de mitocondrias, por lo que son células extremadamente energéticas”.
Las mitocondrias son como la central eléctrica de la célula.
“Crean ATP que usamos para alimentar todo nuestro metabolismo celular”.
El trifosfato de adenosina (ATP) es un compuesto orgánico e hidrotropo que se encuentra en todas las formas de vida conocidas. Proporciona energía para impulsar muchos procesos en las células vivas.
Y energía es lo que se necesita para mover cualquier músculo, particularmente el corazón que, incluso en estado de reposo, está siempre trabajando muy duro.
Las células tienen que poder seguir latiendo constantemente sin fatigarse, y para eso se necesitan niveles mucho más altos de ATP que los músculos esqueléticos.
Pero hay algo de lo que tienen menos.
- Pocos nervios
“Cuando se habla de la sensación de dolor en la piel o los músculos, es muy importante poder localizar exactamente de dónde proviene el dolor, así que tienes una gran densidad de nervios sensoriales que irrigan esas partes del cuerpo para que puedas identificar exactamente dónde está el problema”, explica el cardiólogo.
Si se trata de tus órganos internos, agrega, aunque es importante que los órganos puedan avisarle al cerebro que algo anda mal, la información no es tan precisa.
“La densidad de los nervios sensoriales es mucho menor”.
Suena preocupante, pero probablemente lo sería más si fuera distinto pues de no ser porque tenemos muchas menos terminaciones nerviosas en nuestro corazón, lo sentiríamos constantemente y estaríamos conscientes de cada latido… ¿te imaginas?
Pero a pesar de la maravilla que es el corazón, tiene una gran desventaja.
- Si se rompe, no se arregla
“El corazón es terrible para repararse a sí mismo”, le dice a la BBC Sanjay Sinha, investigador sénior de la Fundación Británica del Corazón y profesor de Medicina Regenerativa Cardiovascular en la Universidad de Cambridge.
“Cuando una persona promedio tiene daño o ataque cardíaco, lo que generalmente ocurre es que parte del músculo cardíaco muere, y nunca se recupera”.
“Se repara a sí mismo en la medida en que forma una cicatriz. Pero ese músculo que has perdido no volverá, por lo que el corazón no se contrae tan bien. Esa es fundamentalmente la razón por la que es tan grave”.
¿Qué tiene el tejido del músculo cardíaco que no le permite repararse a sí mismo de la misma manera que lo hace un músculo esquelético?
La razón está en esa asombrosa ‘tendencia intrínseca a latir’ de la que hablábamos antes.
Para que un tejido se repare, sus células tienen que multiplicarse, y para que se multipliquen, tienen que dividirse.
“Las células cardíacas están especializadas en contraerse, por lo que están llenas de proteínas de miofilamentos contráctiles”, señala el experto.
Si una de esas células se dividiera para formar otra, “tendría que desarmar todo eso y luego volver a ensamblar toda la maquinaria contráctil”.
Pero mientras eso sucede, no podrían contraerse y, como el corazón está en uso continuo, no puede darse ese lujo a gran escala.
El hecho de que no pueda detenerse, porque eso sería fatal, inhibe la capacidad del corazón para repararse a sí mismo.
“Si miras muy de cerca, puedes ver tal vez el 1% de las células del músculo cardíaco dividiéndose durante un año. Eso es muy, muy bajo, y no es suficiente para regenerar el corazón”, dice Sinha.
Así que lo mejor, como siempre, es cuidarlo.
¿Cómo?
“Lo que tendemos a aconsejar en este momento, y esto es solo una guía -subraya el cardiólogo Rohin Francis-, es hacer alguna actividad que te deje un poco sin aliento durante al menos media a una hora tres veces a la semana”.
BBC